lunes, 21 de noviembre de 2022

Monna Lisa en la consulta...

 

Que el de La Monalisa es el cuadro más famoso del mundo, es una afirmación acerca de la cual apenas caben dudas: basta ver a la muchedumbre que se congrega, cada día a su alrededor, en la sala del museo de El Louvre en la que está expuesto.

De ahí a ser también el más estudiado, tan sólo hay un trecho, sobre todo desde el punto de vista médico, pues son muchas las patologías que se le atribuyen a esta señora:

 -. Un xantelasma en el párpado superior izquierdo. Se le llama así a un pequeño acúmulo de grasa que se posiciona a ese nivel, en personas que tienen elevadas las cifras de colesterol.
-. Si nos fijamos en el dorso de su mano derecha, vemos un posible xantoma tendinoso, que también es un acúmulo de grasa.

 Ambas cosas, xantelasma y xantoma, hacen de la Gioconda el primer caso conocido de posible hipercolesterolemia familiar de toda la historia, un problema que, con alguna probabilidad, acabaría siendo la causa de su muerte.

Pero si lo seguimos dejando en manos de un buen oftalmólogo el cuadro seguirá hablando y diciéndonos:

-. Que la susodicha sufría de madarosis ciliar, esto es: de una ausencia casi absoluta de pestañas, así como de una madarosis supraciliar (ausencia de cejas). Ambas cosas bien podrían deberse a una alopecia areata, a un hipotiroidismo, a un lupus o a una tricotilomanía (manía de arrancarse el pelo de determinadas áreas corporales). Otra probable causa de madarosis, más pintoresca ésta, serían los ataques de coraje extremo.

-. Un nevus en el canto interno del ojo derecho.
-. Una lesión ulcerativa en el tercio interno del borde libre palpebral inferior derecho
-. y una pinguécula nasal en ojo izquierdo.
­-. El último dato clínico observado se relaciona con la mirada, que se encuentra en lateroversión izquierda, un detalle que también alimentó muy mucho a la especulación clínica, algo que también hizo su enigmática sonrisa, que se relacionó, bien con un retraso psicomotor, bien con una parálisis facial…

Pero es que, y amén de toda esta patología oftalmológica, aunque en cierta relación con ella, interesó también, y mucho, la posible patología tiroidea de Lisa Gherardini: la decoloración de su piel y el grosor de su cuello llevan a la reciente teoría que especula sobre su hipotiroidismo, algo que también confirmarían la madarosis y el xantelasma de los que ya hemos hablado, y que resultaba particularmente frecuente en la época, dadas las carencias de yodo en la dieta de la Toscana, durante el Renacimiento.

Finalmente, algunos defienden la idea de que Monna Lisa estaba embarazada, mientras que otros, y ya ven que hay teorías para todos los gustos, sostienen que dio a luz pocos días antes de posar para Leonardo.

Asusta pensar en el tiempo que se habrán tomado en diagnosticar las supuestas dolencias de esta señora, pero asusta más si lo comparamos con los escasos cinco minutos de los que dispone un médico madrileño de atención primaria, para atender a un paciente.

Por eso, este colectivo inicia hoy una huelga indefinida, siendo una de sus principales reivindicaciones la de disponer de más tiempo por cada consulta...



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