Toda acción acaba teniendo su reacción: del mismo modo que
Putin alcanza, con las suyas, a incrementar el precio de la energía, la presidenta
de la Comunidad de Madrid, también sus consejeros, consiguen crispar el
ambiente cada una de las veces que cuestionan el trabajo de sus sanitarios que,
siendo un desparramado exceso, ellos siempre juzgan mejorable.
Sirvan para la ocasión los siguientes ejemplos:
1.- "Los ciudadanos no tienen que estar esperando, haciendo
colas y en algunos centros de salud no cogen el teléfono, se cuelgan o, de
repente, no hay médicos” … Son palabras que Diaz Ayuso pronunció, en una
entrevista radiofónica, el 21/12/21.
2.- O el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid,
Enrique Ruiz Escudero, asegurando que tras la apertura de los centros de 24
horas (octubre/22), se produjeron un 57% de ausencias sobrevenidas entre los
médicos "comunicando sus bajas pocas horas antes de entrar y muchos de
ellos cuando habían confirmado que iban a acudir a estos puntos". Y anunció
que dichas bajas "serán analizadas con detenimiento".
3.- Sirvan también, como colofón, estas declaraciones del
vicepresidente y consejero de Educación, Enrique Ossorio, quien
señaló, también en esos días, que la sanidad pública se defiende "trabajando"
y "no con eslóganes o con manifestaciones".
Cada una de esas palabras añade leña al fuego de la crispación,
y, en casos afortunadamente más aislados, al de la violencia contra los
sanitarios. Son declaraciones que contribuyen a respaldar al paciente, en su creencia
de usuario plenipotenciario, al que unos vagos boicoteadores negarían sus
derechos. Y lo triste es que son precisamente esos “profesionales desleales”
quienes intentan sostener, desde la precariedad de sus empleos y salarios, un
sistema que, de no evitarlo ellos, acabará desapareciendo.
Este fin de semana también supimos de la ilustración de un hecho
acaecido en el Punto de Atención Continuada de Guadarrama, cuando un energúmeno
propició una paliza a la doctora que se encontraba allí, de guardia, y que no
pudo hacerle la receta que este la requería y por no funcionar, en ese momento,
el programa de prescripciones… “si es que os lo tenéis merecido con lo que
estáis haciendo, sois unos putos vagos y os tenemos que dar de hostias”, decía
mientras la golpeaba.
Ayer, último día del mes de octubre, y por citar un
testimonio de violencia más reciente, me encontraba pasando la consulta de una
compañera, cuando, al llamar por teléfono a uno de sus pacientes:
-. Hola, buenos días: ¿Es Ud. Luis, Luis Fernández?
-. ¡No, soy tu puta madre!...
No conocía al susodicho, tampoco él me conocía a mí, por lo
que no consigo entender las motivaciones de su reacción: ¿debió pensar que se
trataba de alguien intentando venderle algo?... Aunque tanto da, el motivo
nunca justificaría las formas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Los comentarios son bienvenidos!