Cientos de médicos intentan encontrar una cura, pero no lo consiguen. El mejor médico del reino, un centauro anciano, pone en manos de Atreyu esa responsabilidad. Mi hija de 8 años está emocionada, ve una lucha desigual para que la nada no acabe con Fantasía, pero sueña con el héroe Atreyu que intenta salvar en una lucha desigual a ese mundo y las criaturas que en él habitan.
Mi mundo se está desmoronando desde hace años. La nada nos va comiendo terreno. Los médicos de Madrid nos hemos unido, esta vez sí, para derrotar a las sombras oscuras que nos rodean. No está siendo fácil. La responsabilidad que nos ha llevado a ser médicos, la vocación de ayuda a la ciudadanía y el menoscabo económico y psicológico empiezan a aflorar.
Atreyu no se rindió cuando perdió a su caballo Artax en su viaje, perseveró y se repuso, sólo así consiguió llegar a su meta. Deberíamos hacer lo mismo. No miremos al corto plazo. Salvar “nuestro mundo” bien lo merece. Quiero poder mirar a la cara a mis pacientes ancianos de bajos recursos y decirles que hice todo por ellos para atender mejor sus patologías y sus problemas sociales.
Quiero poder tener tiempo para atender a una paciente con violencia de género, a pacientes con ansiedad o depresión, realizar cuidados paliativos con dignidad, acudir a los domicilios de los pacientes si así lo requieren sin el agobio de correr antes y después para acabar con una lista interminable de consultas. Quiero poder decirle a un residente, “sí, tómate tiempo, lo tenemos” y no enseñarle sólo a sobrevivir en un sistema cada vez más dominado por los escasos recursos. Solicitamos recursos y financiación, sí, es nuestro amuleto contra la nada más absoluta, nuestro Áuryn, el amuleto contra las fuerzas oscuras. Necesitamos más médicos, que se queden con nosotros, o estamos destinados a ser devorados por la nada más absoluta.
Quiero poder dejarle un mundo mejor a mi hija, a mis familiares, a los ciudadanos. Si perdemos la atención primaria y nos convertimos en meros burócratas y “hacedores de recetas” mucha gente se quedará atrás. La inequidad acabará con muchas personas que se quedarán fuera del sistema. Es triste que ahora mismo si mi hija me dijera “quiero ser médico de familia como tú” mi respuesta fuera actualmente, “no, piensa otra cosa”.
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