Se considera que el inventor de la silla fue un escribano babilonio llamado EBih-Il, allá por el año 4.500 a. C. Debido a su profesión (escribir a mano textos y documentos), pasaba muchas horas sentado en el suelo, sobre una tabla.
Tuvo la genial idea de crear
un artilugio en el que apoyar el peso del cuerpo. Para ello le colocó
cuatro patas de madera a aquella tabla, levantándola del suelo. De este modo había
nacido la silla, uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad.
A lo largo de la historia las sillas empezaron siendo más bien taburetes y con el paso de los siglos fueron ganando elementos (brazos, respaldos…) y, con ellos, comodidad.
Pero cuando quien os habla de sillas es un médico, escribiendo sobre “Historias de la Medicina”, se refiere fundamentalmente a dos cuestiones:
1/ A la silla de Gregorio
Marañón, quien la consideraba el mayor avance médico, por cuanto servía
para sentarse, nada menos que a escuchar al paciente. (De esto, ya tuvimos ocasión de hablar
en algún capítulo anterior).
La silla del parto fue, como no, evolucionando y mucho, a lo largo de los siglos, hasta las sofisticadas formas que pueden verse hoy, en nuestras clínicas y hospitales.
En la imagen podemos ver un curioso modelo, adaptado a la necesidad de un lógico desplazamiento, de casa en casa.
Cientos de médicos intentan encontrar una cura, pero no lo consiguen. El mejor médico del reino, un centauro anciano, pone en manos de Atreyu esa responsabilidad. Mi hija de 8 años está emocionada, ve una lucha desigual para que la nada no acabe con Fantasía, pero sueña con el héroe Atreyu que intenta salvar en una lucha desigual a ese mundo y las criaturas que en él habitan.
Mi mundo se está desmoronando desde hace años. La nada nos va comiendo terreno. Los médicos de Madrid nos hemos unido, esta vez sí, para derrotar a las sombras oscuras que nos rodean. No está siendo fácil. La responsabilidad que nos ha llevado a ser médicos, la vocación de ayuda a la ciudadanía y el menoscabo económico y psicológico empiezan a aflorar.
Atreyu no se rindió cuando perdió a su caballo Artax en su viaje, perseveró y se repuso, sólo así consiguió llegar a su meta. Deberíamos hacer lo mismo. No miremos al corto plazo. Salvar “nuestro mundo” bien lo merece. Quiero poder mirar a la cara a mis pacientes ancianos de bajos recursos y decirles que hice todo por ellos para atender mejor sus patologías y sus problemas sociales.
Quiero poder tener tiempo para atender a una paciente con violencia de género, a pacientes con ansiedad o depresión, realizar cuidados paliativos con dignidad, acudir a los domicilios de los pacientes si así lo requieren sin el agobio de correr antes y después para acabar con una lista interminable de consultas. Quiero poder decirle a un residente, “sí, tómate tiempo, lo tenemos” y no enseñarle sólo a sobrevivir en un sistema cada vez más dominado por los escasos recursos. Solicitamos recursos y financiación, sí, es nuestro amuleto contra la nada más absoluta, nuestro Áuryn, el amuleto contra las fuerzas oscuras. Necesitamos más médicos, que se queden con nosotros, o estamos destinados a ser devorados por la nada más absoluta.
Quiero poder dejarle un mundo mejor a mi hija, a mis familiares, a los ciudadanos. Si perdemos la atención primaria y nos convertimos en meros burócratas y “hacedores de recetas” mucha gente se quedará atrás. La inequidad acabará con muchas personas que se quedarán fuera del sistema. Es triste que ahora mismo si mi hija me dijera “quiero ser médico de familia como tú” mi respuesta fuera actualmente, “no, piensa otra cosa”.
La huelga de médicos cumple hoy su cuarto día. Las posturas, entre los representantes de los médicos y quienes hablan en nombre del SERMAS, siguen muy alejadas.
El motivo principal: no hay dinero, por tanto, apenas, tampoco soluciones que satisfagan a los facultativos, y mucho menos garantías.
Y ¿quién tiene la culpa de las carencias y de que no se puedan solucionar los problemas de una Atención Primaria que lleva años agonizando?: la tienen, primero IFEMA y después y sobre todo, el Zendal, "un hospital de Pandemias que iba a sorprender al mundo", que acabó costando 170,5 millones, cuando estaba presupuestado en 51, y cuya actividad, a escasos meses de la apertura, se ha reducido hasta unos mínimos que ponen en cuarentena cualquier justificación respecto de su construcción.
En la fotografía inicial, el hall de acceso al Centro de Salud de la avenida Daroca, en Madrid. La construcción que puede verse nos recuerda el hecho de que la atención primaria es, se mire como se mire, la que mantiene la sostenibilidad del sistema.
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Sé que rasgaré alguna vestidura pero tengo que decir, ya que no se menciona en ningún medio, ni tampoco en foros, que la solución a nuestro problema está en el copago: una cantidad simbólica aunque suficiente, por consulta, salvo para aquellos usuarios que tengan demostrada su insolvencia.
Y me sorprende que nadie piense en esto, cuando es un proceder muy corriente en una buena parte de los países europeos, esos que vienen quitándonos a los facultativos, desde hace años...
Refuerzan, sin duda, la argumentación, las imágenes de hospitales colapsados, con las que vuelven a obsequiarnos, en estos días, los telediarios.
Ya tuve ocasión de escribir sobre los relojes inteligentes, y de como un paciente vino a verme un día, a la consulta, con una fibrilación auricular que le había diagnosticado precisamente su nuevo reloj de pulsera, marca “Apple Watch”.
En esta ocasión la red social de Twitter nos ilustra y cuenta sobre un caso en el que el motivo de la consulta al servicio de Urgencias vuelve a ser un reloj…
Se encuentra bien y no presenta
clínica. No dificultad para respirar.
AUSCULTACIÓN CARDÍACA: 88
latidos por minutos
IMPRESIÓN DIAGNÓSTICA: no se
objetiva patología. Funcionamiento incorrecto del reloj inteligente.
Es frecuente que veamos en consulta a pacientes tatuados, por vivir una época en la que, quizá por la influencia de aquellos que constituyen el mundo del famoseo, parecen estar un tanto de moda, pero también por la necesidad que los médicos tenemos, de desnudar al paciente para su adecuada exploración.
He escrito alguna que otra vez sobre el fenómeno, por lo curioso del mismo y alguna que otra vez por su espectacularidad (véase la foto del inicio, en la que el paciente se tatuó el texto completo del padrenuestro), incluso hablé de sus no pocos efectos indeseables: infecciones o reacciones alérgicas a las tinturas, fundamentalmente al rojo.
Pero los tatuajes van íntimamente unidos a la historia del ser humano… En 1991, una pareja de alpinistas descubrió, en un glaciar del Tirol, los restos de un hombre con una antigüedad de 5.730 años, al que se bautizó con el nombre de Otzi. Cuando menciono la edad de sus restos, me gustaría ubicarles recordando que la pirámide de Keops se levantó seis siglos después de la muerte de nuestro hombre de hielo.
Lo que más llamó la atención de los expertos, al estudiar el cuerpo de Otzi, fue el hecho de estar lleno de tatuajes (más de cincuenta), que con seguridad no debieron hacerse con una finalidad ornamental, ni tampoco estética, sino para aliviar el dolor mediante finas incisiones que después se frotaban con carbón vegetal, dejando una tonalidad azulada. (La segunda foto bien podría ilustrar este párrafo desde su sentencia budista: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”).
El estudio también aclaró el hecho de que
Otzi murió asesinado (se encontró una punta de flecha en su hombro izquierdo,
que le causaría una intensa hemorragia interna).
Que el de La Monalisa es el cuadro más famoso
del mundo, es una afirmación acerca de la cual apenas caben dudas: basta ver a la
muchedumbre que se congrega, cada día a su alrededor, en la sala del museo de
El Louvre en la que está expuesto.
De ahí a ser también el más estudiado, tan sólo hay un trecho, sobre todo desde el punto de vista médico, pues son muchas las patologías que se le atribuyen a esta señora:
Pero si lo seguimos dejando en manos de un buen oftalmólogo el cuadro seguirá hablando y diciéndonos:
-. Que la susodicha sufría de madarosis ciliar, esto es: de una ausencia casi absoluta de pestañas, así como de una madarosis supraciliar (ausencia de cejas). Ambas cosas bien podrían deberse a una alopecia areata, a un hipotiroidismo, a un lupus o a una tricotilomanía (manía de arrancarse el pelo de determinadas áreas corporales). Otra probable causa de madarosis, más pintoresca ésta, serían los ataques de coraje extremo.
Pero es que, y amén de toda esta patología oftalmológica, aunque en cierta relación con ella, interesó también, y mucho, la posible patología tiroidea de Lisa Gherardini: la decoloración de su piel y el grosor de su cuello llevan a la reciente teoría que especula sobre su hipotiroidismo, algo que también confirmarían la madarosis y el xantelasma de los que ya hemos hablado, y que resultaba particularmente frecuente en la época, dadas las carencias de yodo en la dieta de la Toscana, durante el Renacimiento.
Finalmente, algunos defienden la idea de que Monna Lisa estaba embarazada, mientras que otros, y ya ven que hay teorías para todos los gustos, sostienen que dio a luz pocos días antes de posar para Leonardo.
Asusta pensar en el tiempo que se habrán tomado en diagnosticar las supuestas dolencias de esta señora, pero asusta más si lo comparamos con los escasos cinco minutos de los que dispone un médico madrileño de atención primaria, para atender a un paciente.
Por eso, este colectivo inicia hoy una huelga indefinida, siendo una de sus principales reivindicaciones la de disponer de más tiempo por cada consulta...
No caben dudas sobre la existencia de los cinturones de castidad, porque no son pocos los que nos llegaron, desde su origen en la edad media, hasta nuestros días. De lo que sí se duda es de su uso, de si realmente sirvieron para evitar una buena cornamenta, a los maridos ausentes, o, por el contrario, si sólo fueron unos mitos eróticos.
Gran cantidad de historiadores vinieron expresando sus dudas en este sentido. El British Museum llegó incluso a cerrar la exposición de cinturones de castidad, que llevaba mostrando desde el año 1846, por considerar el tema como una falsedad histórica.
Porque cuesta creer que una mujer pudiese llevar estos objetos durante los habitualmente largos (entonces lo eran) viajes de sus esposos: de ser así, a la pobre se le podrían producir, en muy pocos días, heridas con el potencial de acabar siendo muy graves… Según se sabe ahora, ninguna vagina soporta una lata contaminada y oxidada (es un órgano cálido y mojado) por mucho tiempo, sin desfallecer por infección, hongos o inflamaciones.
La literatura de los siglos XIV al XVII carece prácticamente de referencias a este artilugio, en sus novelas de tipo cortés. De haber sido usados, sin duda, habrían sido mencionados por los escritores de la época, pero no lo hacen ni Bocaccio, Bardello o Rabelais, que escribían sátira erótica y que conocían a fondo la sexualidad de la época, los celos, los engaños y las artimañas usadas para engañar a los cónyuges o amantes.
La primera vez que se habla de estos cinturones fue en un libro de 1405, escrito por Konrad Keyeser, titulado Bellifortis, y que trata sobre máquinas de guerra. Es una obra muy técnica, ardua y se cree que el autor quiso amenizar un poco su lectura introduciendo esta broma.
Al parecer, los primeros cinturones de castidad reales comenzaron a fabricarse en el siglo XIX, y fueron usados para ser expuestos en museos de tortura.
Eso sí, durante la época victoriana fueron usados por muchas mujeres, aunque eran más pequeños y refinados, y su utilidad estaba lejos de evitar infidelidades. Lo que se pretendía era evitar violaciones durante los viajes, o impedir que las adolescentes se masturbasen durante la noche, ya que la masturbación se consideraba una actividad pecaminosa. También, en aquella sociedad ultra machista del siglo XIX, podrían haber sido usados como una forma romántica de garantizar fidelidad.
Ahora, en pleno siglo XXI, se pueden encontrar variantes cómodas (de cuero, con plumas y telas que no lastiman) para usar en sesiones de sadomasoquismo.
La extendida y estúpida costumbre de coartar la libertad de la mujer en materia de amor, trajo consigo la utilización, según los países y las épocas, de muchos otros procedimientos más o menos asimilables en su utilidad. En ocasiones, estos dispositivos, además de groseros, merecen el calificativo de salvajes.
Referencias
Cien años de soledad La intuición popular olfateó que algo irregular estaba ocurriendo. En el pueblo se regó el cuento de que Úrsula Iguarán continuaba virgen. Pero la verdad era que la esposa se resistía a tener relaciones sexuales con el marido debido al miedo que le infundía su madre en el sentido de que, si lo hacía, era posible que naciera un hijo con cola de cerdo. Un antecedente familiar le hacía pensar así.
Todas las noches, la pareja forcejeaba durante horas, él tratando de quitarle el cinturón de castidad que la mamá le había hecho con lona de velero y ella defendiéndose para que no se lo quitara. Así vivieron ese primer año.
La ofensa proferida por Prudencio Aguilar en la gallera cambió las cosas. Esa misma noche se consumó el matrimonio. Al entrar al dormitorio, Úrsula estaba poniéndose el cinturón de castidad. Blandiendo la lanza frente a ella, el marido le ordenó: “¡Quítate eso!” La mujer, al darse cuenta de la furia del esposo solamente atinó a decir: “Tú serás el responsable de lo que pase”. Entonces, clavando la lanza en la tierra, el marido herido en su orgullo de hombre dijo: “Si has de parir iguanas, criaremos iguanas. Pero no habrá más muertos en este pueblo por culpa tuya”.
Goya
El TAC o Tomografía Axial Multicorte es un estudio de exploración de rayos X que produce imágenes detalladas de cortes axiales del cuerpo. En lugar de obtener una imagen como la radiografía convencional, el TAC obtiene múltiples imágenes, al rotar alrededor del cuerpo. Una computadora combina toda esta información representándola en cortes del cuerpo como si de rodajas se tratase. Es uno de los estudios de imagen más usados en el área de diagnóstico e investigación.
Debemos la Tomografía Axial Computerizada, a Joham Radon, un matemático que, a principios del siglo XX, desarrolló las fórmulas matemáticas que permitían reconstruir una imagen en tres dimensiones (3D), partiendo de imágenes bidimensionales (2D). A partir de ahí resultaba necesaria una importante inversión económica, con la que desarrollar el prototipo, haciéndolo realidad. Así que debemos a los Beatles esa inversión y esa es la curiosidad de esta historia.
En aquella época, los cuatro de Liverpool vendían discos a raudales, proporcionando pingües beneficios a EMI, su productora. Precisamente en aquel momento los Beatles rompían el mercado musical con su magnífico Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, mientras G. N. Hounsfield y su equipo, se dejaban las cejas para ir dándole forma a las primeras teorías.
A principios de 1968 en las radios sonaba el Magical Mistery Tour. Fue entonces cuando Hounsfield consiguió poner en marcha un primer prototipo, necesitando nueve días y más de 28.000 medidas para recolectar información que permitiera la reconstrucción de las imágenes con una computadora ICL1905. Tal logro le hizo a Hounsfield merecedor del Premio Nóbel de Medicina.
Con la adquisición de un tubo de rayos X, a finales de 1968, y mientras sonaba el White Álbum en las radios de medio mundo, consiguieron ampliar la cantidad de información recogida, reduciendo el tiempo de adquisición a tan sólo nueve horas.
La primera patente fue el EMI-TAC. Más tarde fue vendida a General Electric que comercializó los nuevos equipos por todo el mundo. Está claro que, para cualquier proyecto de investigación, y más tratándose de uno de este calibre, hace falta invertir dinero y EMI lo tenía (y mucho) tras la venta de millones de discos de los Beatles.
Ahora cada vez que te sometas a un estudio de TAC, podrás acordarte de Paul, John, George y Ringo, ya que, posiblemente, sin el arrasador éxito de los Beatles en la década de los 60’s, el desarrollo de la revolucionaria tecnología de la Tomografía Axial Computerizada (TAC) se habría retrasado muchos años más.
Llevo un tiempo queriendo escribir sobre el tema, aunque hube de dar prioridad a otros, que esperaron meses para ser atendidos. Al fin he conseguido documentarme un poco sobre estas Save Haven Baby box, cajas de bebés o buzones de bebés, que así, de todas estas maneras, vienen siendo denominados en los diferentes países en los que se implementaron.
El abandono de un hijo se vino produciendo, hasta ahora y las más de las veces, en las puertas de un orfanato, en el torno de un convento, o, cuando no se vendieron, ante la casa de algún ricachón… En el más triste de estos escenarios, se dejarían, con el perdón de la expresión, en la “puta” calle, cuando no en un contenedor de basura.
Curiosa y afortunadamente, en la mayoría de los países civilizados, el abandono de un hijo constituye un delito, aunque, y dado que lo que verdaderamente importa es la vida del neonato, admiten los parches que suponen tales soluciones.
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Las cajas para bebés son dispositivos instalados en los muros externos de hospitales o de estaciones de bomberos. Contienen una cuna médica acolchonada con clima controlado, que mantiene al bebé seguro. Cuando la compuerta es abierta, una alarma silenciosa se activa, para alertar al personal de la institución, que acudirá a recibir al bebé, de una forma anónima, desde el otro lado del muro. Otras alarmas pueden activarse en diferentes momentos, como cuando se levanta al bebé o al cerrarse la puerta.
El sistema persigue evitar el abandono ilegal de recién nacidos mediante la sensibilización, ofreciendo una línea directa de 24 horas, para madres en crisis y, de esta forma, brindarles la opción de entregar a sus hijos de forma anónima y segura, como último recurso.
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Muchas madres en crisis quieren y necesitan el anonimato cuando entregan a un bebé, ya sea por temor a ser reconocidas, por el estigma asociado a la entrega o el miedo al enjuiciamiento.
Cada año,
a escala mundial, los niños abandonados se cuentan por miles, por eso, de la
misma manera que clamamos por la instalación de desfibriladores en mil y un
lugares, ¿no creen Uds. que deberíamos hacer lo propio con la distribución de estas
Baby Box?
Con toda probabilidad, debemos el mayor número de descubrimientos médicos a la serendipia, un término que se refiere al azar y a la casualidad.
Y puestos a deber, le debemos la palabreja al escritor Horace Walpole (cuarto conde de Oxford), cuando, en una carta dirigida a su amigo Horace Mann, fechada en 1754, se refirió al cuento titulado “Los tres príncipes de Serendip”, en el que los protagonistas realizaban descubrimientos por accidente.
Y es que fueron muchos los que debemos a la serendipia, comenzando por el de la penicilina, el antibiótico producido por un hongo que contaminó las placas de los cultivos de sir Alexander Fleming.
Pasando por el de los Rx, capaces de impresionar las placas fotográficas guardadas, a buen recaudo, en un cajón cercano a la fuente de rayos catódicos.
Pero hay mucho más, que sirvan también estos ejemplos: El oftalmólogo Harold Ridley descubrió, durante la batalla de Inglaterra, que la incrustación de astillas de plexiglás, en el globo ocular de unos pilotos, no provocaba ningún tipo de rechazo, siendo este el origen, el antes y el después de las primeras lentes intraoculares, en la cirugía de las cataratas.
La viagra (citrato de sildenafilo) fue descubierta por Simón Campbell y David Roberts (investigadores de Pfizer). En 1985 comenzaron a usarla en la hipertensión arterial, observando que los pacientes tratados con esta sustancia referían erecciones más duraderas. Este hallazgo determinó que cambiase la orientación del producto y se comenzara a usar en el tratamiento de la disfunción eréctil.
Algo parecido, porque también acabaron siendo cambios de orientación, fue lo que ocurrió con el minoxidil y con el finasteride: de ser un antihipertensivo y un fármaco para el tratamiento de la hipertrofia benigna de próstata, respectivamente, ambos pasaron a ocuparse de la alopecia.
En otras ocasiones, ya hemos hablado de la vinculación de la serpiente con la regeneración, la sanación y, en general, con el mundo de la medicina. Recordemos, en ese sentido, al ofidio ascendiendo, serpenteante, a lo largo de la vara de Asclepio (dios griego de la medicina), o vertiendo su veneno en la copa de Higía (diosa griega de la farmacia)…
Este remedio pertenece al grupo de los IECAS, esto es: al de los Inhibidores del Enzima Convertidor de la Angiotensina, mecanismo a través del cual lograría su cometido: el de reducir la tensión en el interior de nuestras arterias.
La Yararaca usa su veneno para hacer que su presa pierda el conocimiento a través de una bajada de presión arterial, pero también por sangrados, síntomas, ambos, potencialmente mortales. Las tribus locales vinieron usando su veneno en las puntas de sus flechas, para la caza.
Roldán se lamentó del desmantelamiento que desde hace 15 años viene sufriendo la sanidad madrileña, "con precariedad y falta de respeto a los sanitarios, sin tener en cuenta las necesidades de los pacientes":
Son imágenes de la manifestación de hoy, 13 de noviembre en Madrid, "por la Sanidad Pública y contra el desmantelamiento de la Atención Primaria."
Según la organización se congregaron más de 600.000 personas. Por contra, según la Delegación del Gobierno alcanzarían las 200.000.
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Más imágenes:
Esta semana, el diario “El Mundo” abría un artículo con el siguiente titular, que resumía los resultados de una encuesta de Sigma-2:
“La sanidad supera a la inflación, como el principal problema de los madrileños". Esta preocupación, según el sondeo, aumenta en más de 11 puntos con respecto al mes de mayo”.
La reciente apertura de los
78 Puntos de Atención Continuada constituyó la chispa necesaria para la
magnificación de un descontento, que dejó de ser latente hace
ya muchos años…
Los principales problemas que se suscitaban, muy resumidamente, derivaron de: la escasez de personal; el desplazamiento del lugar de trabajo de muchos, así como de sus horarios, y, consecuencia de ellos, la merma de sus posibilidades de conciliación.
Las negociaciones derivadas
de la huelga indefinida de los trabajadores de las urgencias
extrahospitalarias, aún con sus servicios mínimos del 100%, trajeron consigo una "mejora", en la oferta de las condiciones del SERMAS: el número de centros que se
abrirían, con su “plena” dotación de personal (médico, enfermero y celador), aumentaría hasta los 49. El resto, hasta completar los 78, no tendrían médico. A cambio, se les proveería de un sistema que
facilitaría la comunicación con un facultativo, a través de la video-consulta (ver fotografía).
Lo curioso fue que, tan pronto como al día siguiente de plantearse estas últimas condiciones, se recibiesen estos dispositivos en los distintos centros. Obviamente, el SERMAS ya contaba con ellos…
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Por más que lo intento, no consigo dejar de ver la temeridad en el intento de paliar las deficiencias de personal con estos aparatos, sobre todo si pensamos que se trata de servicios de urgencias, y conociendo ampliamente, como conocemos, los motivos que causaron la escasez: las muy mejorables condiciones laborales y salariales de los profesionales, que, de no abordarse definitivamente, seguirán huyendo hasta otros destinos.
Pulsando aquí podremos ver un vídeo con algún ejemplo de los problemas suscitados desde tan mejorable inicio de las video consultas...
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Acabamos con un chiste gráfico, relacionado con este tema, que en estos días protagonizó nuestra actualidad...
No hay médicos y parece que la única solución que ven algunos, es la de instrumentalizar el tema, añadiéndole pantalla, imagen, sonido y demás, con lo que se conseguiría una cierta cercanía ficticia…
Estoy seguro de que será una excelente opción de futuro, aunque no lo estoy tanto de que ya lo sea: los que pasen por tales formas se verán, cuando menos, privados de una buena parte de las capacidades de resolución de una consulta como Dios manda, de las de toda la vida, y no estoy hablando únicamente de catarsis.
Se me antoja, además, que unos servicios de Urgencias Extrahospitalarias no sean, quizá, el mejor lugar para dedicarse a entrenar estas cosas…
Isabel Diaz Ayuso lo quiere imponer en Madrid: falta personal y parece que la tecnología podría venir a socorrernos de esta situación, y es que, según un titular de El Mundo, de estos días: “La Sanidad supera a la inflación como el principal problema de los madrileños”
Curiosamente, el pasado lunes yo recibía una oferta de trabajo desde el país vecino (Francia), que os leo, o mejor os traduzco:
“Tengo 2 ofertas de empleo abiertas, en teleconsulta conectada a objetos médicos. He pensado en Ud. y desearía presentároslas pronto, según su disponibilidad: vacaciones asalariadas, con o sin compromiso de duración en la permanencia. Flexibilidad en los horarios. Desde su domicilio o desde una consulta. Colaboración y ayuda por parte de especialistas (neumo, derma, gastro, etc…). Remuneración horaria + bonificaciones, entre 6.500 y 9.500 Euros brutos/mes.”
En fin: ¿teleconsultas sí?, ¿teleconsultas no?. Está claro que el tiempo lo dirá, ya que parecen venir para quedarse… Y como siempre, en el horizonte, y sirva una vez más para la reflexión: la brutal diferencia entre las condiciones laborales de un españolito y las de sus vecinos…