En los últimos meses pudimos ver como la crisis jugueteaba con la economía norteamericana, cuyos responsables adoptaron medidas como la reducción de determinados impuestos, el incremento de algunas inversiones o la verificación y aprobación, por parte del Congreso de los Estados Unidos y a requerimiento de su Presidente Obama, del incremento del techo de su deuda. Hoy comprobamos como la crisis bordeó a los estadounidenses quienes vuelven a trotar por la senda del crecimiento, la expansión y el desarrollo.
En Europa -en general- y en España -en particular-, tanto la supeditación a una moneda común, como al desfavorable estado hormonal de la Señora Merkel, nos obligan a buscar la salida de la crisis haciendo justo lo contrario: los dos partidos mayoritarios, sean del color que sean, se llamen PSOE o PP -tanto da- solo parecen ver las soluciones en el empeño:
1.- de que trabajemos más, por menos, durante más tiempo y con peores condiciones contractuales.
2.- de que paguemos más impuestos.
3.- de contraer los servicios públicos, los que estamos pagando, a costa de mermar su calidad...
Esto es: abocándonos hacia la miserable destrucción de lo que no podremos recuperar en toda una generación, si no más... (leer artículo)
Porque todos sabemos que quien da 4 horas de clase o quien recibe a 50 pacientes, bien puede dar 5 horas o ver a 60. Lo que ya no todo el mundo parece entender es que eso no es, se pongan como se pongan y digan lo que digan, otra cosa que una merma en la calidad del servicio y una sobreexplotación de los recursos humanos.
La clase política vuelve a pedirnos sacrificios en su dirección, animándonos con algún estímulo ejemplarizante como el que recientemente hemos podido escuchar en los medios de comunicación: la rebaja de las percepciones máximas de los Presidentes de determinadas entidades financieras a 600.000 euros anuales (¡Pobrecitos! ¡Qué pena me dan!)...
Y no se dan cuenta que los españolitos ya estamos realizando el inconmensurable y nunca suficientemente reconocido esfuerzo de adquirir nuestra vivienda, la que estaremos pagando a lo largo de toda nuestra vida, a un precio al que su valor de hoy, y en muchos años, no alcanzará a rozar su mitad. Dicho de otro modo: probable y desgraciadamente muchos españoles habrán de destinar una buena parte de los ahorros de su vida, a pagar esa diferencia, la que en su día marcó la burbuja inmobiliario-financiera con la realidad y que la clase política no supo o no quiso ver en oportuno momento, a pesar de su evidencia.
Y te invalida el ánimo saberte sin la salida que podrían haber supuesto unas recientes elecciones... El pasado 20 de noviembre se producía un traspaso de poderes en España, que dio las riendas a un PP cuyas ideas no difieren -finalmente- de las del gobierno anterior, y de las que ya estaremos cosechando algún destructivo resultado, sirva el ejemplo: en el mes de enero de 2.012 se dieron de baja tantos trabajadores autónomos como durante todo el año 2.011 (leer artículo)
Vista la estrechez de miras y que seguiremos con los recortes -sí o sí- al menos recuerden que, para hacerlos en Sanidad, es importante esterilizar previamente las tijeras...
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