Con relativa frecuencia, sobre todo allá, en los años de mi adolescencia, recuerdo haber escuchado frases como esta que sigue:
-. ¡Hala!, ¡Qué espinilla tienes ahí!. ¿Me dejas que te la quite?
-. ¡No!. ¡Por favor!. ¡Ni tocarla!.
E inevitablemente me daba por rememorar aquella clase de Anatomía, en la que nuestro profesor nos habló del triángulo de Filatov, y de lo peligroso que resultaba manipular granos y demás lesiones de igual índole, en este lugar de la cara.
Y así es: el triángulo que véis, marcado en el rostro de la joven de la fotografía, recibe el nombre de "triángulo de Filatov o de la muerte". Sus límites se trazan desde una base que uniría ambas comisuras labiales, unos lados marcados por los surcos nasogenianos y la cúspide, en el vértice nasal. Dicho de otro modo, el triángulo incluye, en su interior:
-. el labio superior
-. la nariz
-. y el espacio entre las cejas.
Los vasos sanguíneos que pasan por este área (vena angular) drenan directamente en el seno cavernoso, un gran grupo de venas de la base del cráneo, en estrecho contacto con el cerebro.
La manipulación de una simple espinilla o de un pelo infectado, que al fin y al cabo son procesos infecciosos, podría dar lugar a complicaciones como una meningitis, encefalitis, trombosis o a un absceso cerebral, dejando graves secuelas, cuando no causando la muerte.
Y como no todo, en Medicina, ha de ser necesariamente malo, acabaré diciendo que el triángulo de Filatov también nos sirve para hacer el diagnóstico de la escarlatina, ya que es una zona que resulta respetada, en la que no aparecen las típicas rojeces de la escarlatina.
Así que ya lo sabes, sigue el ejemplo: si la escarlatina respeta a este triángulo, ¡tú no vas a ser menos!.
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