domingo, 5 de diciembre de 2010

Menuda gente

La historia que quiero contaros esta noche comenzó en la Francia de mediados del Siglo XVIII, más concretamente el 11 de noviembre de 1741, con el nacimiento de Nicolás Ferry en Champenay, un pueblecito perdido entre los inmensos bosques de la región de Los Vosgos.

Ya imaginaréis la sorpresa de sus padres al verlo: la divina providencia les entregaba un hijo que apenas medía 19 centímetros; su peso no excedía mucho más allá de los 600 gramos.

Poco después de cumplir los 6 años se trasladó al Castillo de Lunéville para formar parte de la Corte de Stanislas Leczinski, rey depuesto de Polonia y Duque de Lorraine y de Bar, quién lo adoptaría en calidad de bufón, ocupándose desde ese momento de su custodia.

Nicolás, a quién todos comenzaron a llamar Bebé*, era un enano hipofisario muy bien proporcionado, vivo y gracioso... Por tales motivos fue siempre muy apreciado por su señor, quien llegó a encargarle un ropero, una calesa e incluso una casa a su medida. Tanto mimo no tardó en modular el carácter de Bebé, quién cada día se mostraba más huraño, cabezota y caprichoso, aspectos éstos que redundaron en su comicidad.

A la edad de 18 años llegó a alcanzar los 89 centímetros. La adolescencia supuso el inicio de su declive físico y mental, de un envejecimiento precoz que acabó imprimiéndole un carácter en el que el mal humor y las rabietas eran la tónica dominante. 

El Duque, muy preocupado por el deterioro de Bebé, envió comitivas por toda Francia y para buscar lo que podría constituir el remedio: una esposa. Tras meses de búsqueda dieron con Thérèse Souvray, una jovencita de 90 centímetros. Nicolás y Thérèse no llegaron a casarse por fallecer Bebé a los 22 años de edad, aunque debió dejar una marcada impronta en la joven, quien se hizo llamar Madame Bebé hasta su fallecimiento, a los 75 años...

El Duque de Lorraine era suegro del Rey de Francia, Louis XV, motivo por el que los mejores médicos de París se ocuparon de la enfermedad de Nicolás, y posteriormente de la autopsia y conservación de su esqueleto que hoy puede verse, junto a todas sus pertenencias, como una de las principales atracciones del Museo del Hombre de París.

Bebé

*Fue la primera vez, en la historia, que se usó el adjetivo Bebé como sobrenombre. 
Siglos más tarde otra persona, también de sorprendentes proporciones y a la que muchos adoptarían, fue llamada así (Brigitte Bardot)...



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