Es Navidad... De algún modo hemos de sentir la necesidad, un tanto impuesta, de aparcar la realidad, aún en doble fila, para dar paso al optimismo y la felicidad en una mayor medida que cualquier otro día del año... Pero lo cierto es que este año, más que nunca antes, siento una particular aversión hacia unas fechas que se me antojan cargadas de propagandística y manipuladora hipocresía.
Pronto algunos productos nacionales intentaron, consiguiendo invadir lo que se empezó a ver como un nicho de mercado, hasta hacerse imprescindibles en todo hogar español que se preciase de celebrar éstas fiestas "como Dios manda...": el turrón que vuelve a casa, las muñecas de Famosa, la sidra El Gaitero,...
Hoy, tras tanto cambio interesado, la Navidad no es más que La Gran Fiesta del Consumo... Se engalanan calles y Centros comerciales para un ritual que consiguió imponerse a todos los demás: el de comprar. Según datos publicados: en estas fechas, cada minuto y en España, las bacaladeras ven pasar 26.000 tarjetas de crédito...
Por favor, cambiemos pronto esto: no tiene sentido que medio mundo se exponga al ahogo, en la regurgitación del exceso, mientras la otra mitad se apaga por inanición...

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