Ahí la tenéis, como surgiendo de la bruma que la envuelve y da esa sensación de misterio que tan bien le va.
La isla de San Simón, en un extremo de la ría de Vigo, es uno de esos lugares que no pueden pasar desapercibidos a los ojos de ningún turista, por poco inquieto que este sea.
Antaño leprosería*, o más bien: lugar en el que se hacinaba a los leprosos, en el que se les amontonaba, en el que se les apartaba con el fin de que viviesen sus miserias sin perturbar, aunque sí poniendo de manifiesto, la de los demás.
No deja de resultar curioso que en bajamar se pueda acceder a la isla andando, a largo de la playa. Los familiares les llevaban así alimentos que dejaban en lugar convenido y que eran recogidos posteriormente por sus habitantes, una vez confiados de no ser sorprendidos en sus deformidades.
Más tarde, y durante la Guerra Civil, el edificio que veis -en el centro del islote- fue cárcel de "rojos". ¿Acaso los "rojos" eran diferentes de los apestados, a los ojos de los nacionales?. En los sótanos de esta cárcel se confinaba a quienes tenían ideas progresistas en un intento de lavárselas, porque las celdas se inundaban en pleamar... Los republicanos vivían así su cautiverio con "el agua al cuello....".
Dicen que las rías gallegas se habrían formado durante el descanso de Dios, tras la Creación... Según esta leyenda el Sumo Facedor se quedaría dormido, agotado tras 7 días de continuada labor, y apoyaría -en su sueño- la mano derecha sobre Galicia, dejando la impronta de sus dedos. Dicen también que las islas que salpican estas rías serían consecuencias del despertar de este sueño divino: cuando Dios al levantarse, se sacudió el barro de la mano, dispersándolo en forma de terruños que hoy tienen encanto y nombre propio: Cíes, Ons, Sálvora, San Simón, Tambo.. etc. Se mire por donde se mire, y a pesar de lo romántico de esta leyenda: La isla de San Simón siempre simbolizará nuestras bajezas y nuestro lado más oscuro.
*En nuestro país la lepra sigue siendo una realidad palpable. Unos 15-25 nuevos casos cada año, siempre más de los que serían deseables, justifican el que todavía hoy una leprosería -en Fontilles, provincia de Alicante- permanezca abierta.
Acertado retrato visual y verbal de la isla sombría de una luminosa ría. Un saludo.
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