domingo, 25 de julio de 2010

¿Falsos Curanderos?

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Leo en la prensa: "La Comisión Europea ha elaborado una normativa que amenaza el trabajo de los falsos curanderos. En caso de que vayan a juicio, deberán demostrar sus supuestos poderes. Así Fernando Frías, abogado y portavoz de la Asociación Círculo Escéptico explica que, gracias a la normativa, la justicia podrá pedir la acreditación de las actividades esotéricas. Se trata de proteger al consumidor ante fraudes y engaños."

Y no sé qué pensar ante tal noticia... El acosar a los falsos curanderos supone partir de la base de  admitir que pudieran existir otros verdaderos, y francamente, no es algo que yo tenga muy claro.

Es cierto que existen situaciones extremas que se intuyen como legítimamente punibles (estafas, u otras que pudieran haber impedido o retrasado el tratamiento correcto de un grave problema), pero confieso que los curanderos me merecen la simpatía de quienes, por lo general y exceptuando los casos comentados, suelen aportar más beneficios que riesgos: la inyección de fe, esperanza, de beneficiosa persuasión; el alivio de mil y un problemas de orden psicosomático, etc... Por otra parte intuyo -porque suele pasar- que su ilegalización supondría un espaldarazo favorable de esoterismo y popularidad.

Por ir un poco más lejos, pienso que puestos a pedir la correspondiente certificación de calidad deberíamos empezar haciendo lo propio con todas y cada una de las religiones; al fin y al cabo están en el origen de la cuestión... Que Benedicto XVI demuestre definitivamente la existencia de Dios y con ello justifique todas las guerras santas, las persecuciones, los Autos de Fe; las donaciones, las prebendas, las bulas; y los más recientes dictámenes de la Iglesia respecto de la anticoncepción, el uso del preservativo, etc...


Recuerdo una anécdota de mi juventud...Yo estudiaba 4º de Medicina y mi padre empezaba a manifestar los síntomas de lo que parecía, y finalmente fue, una Diabetes tipo II. Me pidió le llevase en coche a visitar a un curandero que, por aquel entonces, era famoso por sus dotes adivinatorias: antes de que el enfermo llegase a articular palabra solía adivinarle el motivo de consulta.

No creo necesario el aseguraros que me negué en rotundo a tal viaje, pero... donde hay patrón...

Una vez en su presencia, el curandero me miró fijamente, diciéndome:
-. Niño... sabes escribir?... Entenderéis que la pregunta incrementase mi inicial actitud de incredulidad y sorpresa...
-. Sí, claro!
-. Pues apunta ahí: "Tomará estas hierbas cada noche, cocidas, en sorbos...etc....".

Años después supe, a través de una noticia breve de prensa que notificaba su arresto por parte de la Guardia Civil, que la bola de cristal del curandero, esa bola que el día de nuestra visita debía encontrarse sin pilas, era el taxista que acercarba a los pacientes desde la ciudad de al lado hasta su aldea. Hablamos de una época en la que no eran tan usuales los coches... Durante el trayecto se interesaba por las dolencias de sus clientes y al llegar, informaba puntualmente al Chamán por la puerta trasera...



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