Según el decir de los arqueólogos: "Para entender una civilización, es necesario conocer sus letrinas...", y esto es algo a lo que los romanos nos ayudaron, al legarnos más o menos conservadas algunas de las muchas que debieron dispersarse por las calles de su imperio.
Se calcula que llegó a haber 144 letrinas públicas sólo en el casco urbano de la antigua Roma, aunque se desconoce cual era el número de plazas de cada una de ellas, así como el importantísimo detalle de si fueron o no mixtas...
Se ha estudiado la forma de sus asientos, bastante cómodos por cierto,... De los dos orificios existentes el inferior (dispuesto verticalmente, en la parte frontal) habría de servir para introducir la mano y limpiarse con una esponja de mar, a veces insertada en el extremo de un palo y que habría de lavarse después y para que pudiese ser utilizada por el siguiente usuario .
Cabe pensar que, para los ciudadanos romanos, el acto de la defecación debió de ser algo a lo que se entregarían desde la más absoluta desinhibición, habida cuenta de que lo hacían rodeados de público y que bien podrían haber sido unos momentos excelentes para las relaciones sociales, de no ser por el olor y algunos otros peligros que seguramente rodearían al uso de las instalaciones.
Las de la fotografía corresponden a unas letrinas públicas, en la ciudad de Ostia, a pocos kilómetros de Roma.
EXTRAS DEL POST
Saber más sobre letrinas de la antigúedad (aquí)
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