El Renacimiento nace en Italia en el siglo XV, prolongándose a lo largo de todo el XVI y expandiéndose por toda Europa donde, desde la curiosidad por el conocimiento, cambiaría definitivamente la relación del ser humano con la naturaleza.
Se entiende que la invención de la imprenta resultó decisiva para la difusión del saber. El primer documento médico impreso, un calendario de sangrías y laxantes, se editó en 1456, para los meses de 1457... Tuvo que ser en Maguncia (Alemania), la patria chica de Gutenberg. Aunque uno de los libros más afamados de la época fue "La Fábrica", que Vesalio mandó imprimir en Basilea (Suiza), y que alcanzaría a ser uno de los tratados de Anatomía más conocidos de todos los tiempos, contando, por supuesto, con el permiso del gran Leonardo.
El acontecimiento más relevante de este momento de la historia fue el descubrimiento de América, que engrosaría la farmacopea con un sinfín de nuevas plantas y demás remedios, que hasta entonces nos resultaron desconocidos.
Las principales Facultades de Medicina españolas fueron las de Salamanca, Valladolid, Alcalá, Zaragoza, Lérida y Valencia: en que se concedieron tres títulos sucesivos: el de bachiller, el de licenciado (llamado así porque llevaba implícita la licencia para ejercer) y el de doctor (necesario para enseñar).
Una vez conseguido su título, el licenciado se dirigía al lugar en el que pretendía ejercer, donde comenzaría presentándose al concejo municipal y a las jerarquías eclesiásticas.
El galeno se hacía distinguir por su atuendo, en el que destacaba una gran sortija de esmeralda, símbolo que proclamaba su condición de médico.
Una curiosidad: entre los deberes del médico estaba el de comenzar notificando a los pacientes la necesidad de confesión, hasta el punto de que si lo incumplía, podía ser privado de su título y excomulgado.
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