Dos y veinte de la tarde, a falta de poco para salir: la jornada ha sido densa como lo vienen siendo todas, con sus más de 50 consultas de poco más de 5 minutos, y sin haber podido disfrutar del merecido descanso de media mañana por haberme absorbido el tiempo, una vez más, una de tantas, la necesidad de acortar retrasos...
Hoy aún me espera el trabajo de la tarde... Aunque me duele la cabeza y siento como si algo me fuese a estallar...
Por la puerta entreabierta entra un joven de poco menos de 20 años:
-. Tú eres el médico?... Lo pregunta con tanto desparpajo como sorpresa, una sorpresa que me lleva a pensar en la posibilidad de que me vea algún parecido con su fontanero...
-. Sí, dime...
-. Vengo a que me pongas algo para estos granos que tengo- dice mientras me enseña el acné de su espalda...
-. Pero tú tienes cita conmigo?
-. No... Nunca la pido y me atienden... La otra vez me mandaron unas toallitas, me fueron bien.
-. No mira, esto no funciona así.... Tienes que pedir cita con nosotros.
-. Ya, pero es que como te veo aquí, que no tienes trabajo...
Menos mal que la mayoría de los días no pienso en ello... Otros en cambio: estoy hasta las cejas de la explotación que siento...
. por parte de nuestros gestores, sobre todo... (leer noticia de hoy).
. pero también por parte de algunos pacientes (afortunadamente pocos, aunque se notan mucho).
Seguiremos así y empeorando, mientras nuestros representantes sigan dispersos, sin centrarse ni concentrarse, y mantengamos este silencio de los corderos...
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