Hoy se pusieron a la venta, en las farmacias españolas y por iniciativa de la ONG "Médicos sin Fronteras", las denominadas "pastillas contra el dolor ajeno", en un intento de recaudar fondos para la lucha contra enfermedades que, según la opinión de algunos, no alcanzarían la rentabilidad necesaria para estar en el punto de mira de la industria farmacéutica.
Hablamos de la tuberculosis, el sida infantil, la enfermedad de Chagas, la leishmaniasis, la enfermedad del sueño ó la malaria...
No puedo por menos que aplaudir iniciativas como esta y animar a todos a arrimar no sólo un hombro, sino los dos. Aunque nunca dejaré de pensar que en la base de estos males, como en la de tantos otros, siempre estará el hedor de una organización social globalizada, especulativa, basada en la creciente explotación de una mayoría, en beneficio de una inconformista elite minoritaria.
No deja de resultarme curioso el que, en la misma semana, esta campaña en la que se pide un euro para la causa (contra una caja de caramelos que roza un valor cercano), coincida con aquella otra de la empresa Audi que regaló, sin pedir nada a cambio, un "utilitario" a cada "desfavorecido" jugador de la plantilla del Real Madrid...
En tanto en cuanto no retoquemos las bases de nuestra convivencia, seguirá incrementándose el número de miserables a los que ayudar con las migajas de los festines. Es como colgar un ambientador, con olor a pino, en la casa de un enfermo con Síndrome de Diógenes...
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