Quiero felicitar a mi amiga Rosi Serrano Romero, quien ha alcanzado el primer premio del Concurso Internacional de relatos cortos, convocado por la Sociedad Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI).
El Síndrome de Piernas inquietas es un terrible desasosiego que causa una gran merma en la calidad de vida del paciente que lo sufre, y que se caracterizaría por sensaciones desagradables en las piernas (menos frecuentemente en los brazos) y un impulso incontrolable de moverse y de andar cuando se está descansando.
Se le conoce también por Síndrome de los andadores nocturnos (nightwalkers), o Síndrome de Ekbom.
He aquí el relato con el que Rosi alcanzaba este primer premio, uno entre tantos ya que se trata de una profesional del mundo de la Sanidad a quien le adorna, además, una maravillosa forma de escribir:
El canto de la Alondra
Dolores mira por la
ventana y vislumbra como el sol, juega al escondite asomando a ratos entre las
nubes.
Se muerde el labio, en la antesala del miedo a la noche y teme la llegada del desasosiego acompañado de la oscuridad.
Se muerde el labio, en la antesala del miedo a la noche y teme la llegada del desasosiego acompañado de la oscuridad.
A lo lejos escucha la
voz de su hija, apremiando a sus hijos que terminen de cenar y colocando el
frutero sobre la mesa, con la consiguiente queja de los niños.
-¡Jo, mamá otra vez
fruta, no!
Dolores sonríe con una
mueca disfrazada de tristeza. Sabe que su hija desafiando a las protestas
infantiles, intentará convencerles de que la fruta es importantísima para la
salud; pero para ellos lo es aún más.
-La fruta es vitamina, pero también sirve para absorber
el hierro en nuestro organismo… - la escucha decir, mientras le llega el olor
agridulce de una naranja recién pelada.
Una sombra negra se
cierne sobre ella y da un respingo, de nuevo mira por la ventana y observa como
el sol se ha ocultado por completo entre nubes plomizas; que presagian una
fuerte tormenta de un momento a otro. El olor a inminente lluvia se
entremezcla con el de los cítricos.
-¡Vamos chicos, hay que
prepararse para ir a dormir!
¡Dormir!- La palabra
maldita, resuena en su mente una y otra vez. Sabe de antemano qué canjeará la
cama por el sillón orejero, que preside un lugar de honor en la habitación y el pasillo que recorrerá una y otra vez en
las siguientes horas.
Dolores palidece como
lo hace el día porque se ha puesto el sol, pero aún no brilla la luna. A su
mente le llega una y otra vez la imagen del médico tras su mesa, cuando le
confirmó el diagnostico. Hasta ese momento, nunca había escuchado lo de “Síndrome
de piernas inquietas.
En un principio, le pareció un insolente cuando sin remordimiento alguno le preguntó.
-¿Sabe Ud. Dolores,
cuando canta la alondra?
La mujer negó con la
cabeza.
-
Lamentablemente para mí será una nueva
Alondra…- Susurró y añadió. -Alondra es el pájaro que canta desde el amanecer
hasta la primera señal del ocaso; parece que tiene un ritmo biológico inusual,
y llegado ese momento descansa en sus cantos hasta el alba siguiente. Con Ud.
tenemos que conseguir lo mismo.
Con
la misma ceremonia, de quien tiene entre sus manos la capacidad de crear nuevos
amaneceres, confía en las palabras de la última revisión.
- Dolores
tienes que aceptar, que nada es para siempre. ¡Vamos a cambiar sus hábitos y el tratamiento!
Aquella
noche el sueño entró sin llamar y soñó que un pájaro entraba en su habitación, lo
pudo vislumbrar entre los visillos; cuando
despertó, buscó argumentos para distinguir
entre la realidad y el sueño.
A
medida que se iba desperezando, vio a su hija en el umbral de la puerta con
gesto de asombro.
-¡He
dormido toda la noche!- Exclamó Dolores levantándose y abrazando a su hija. Ambas reían dando vueltas
como un carrusel…
Un relato superbonito. Enhorabuena a tu amiga!
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