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Estuve pensando que en los últimos años me han interpuesto 3 reclamaciones, que se han venido distribuyendo a razón de una por año -aproximadamente- y que desde y con toda la humildad de la que consigo hacer acopio, concluyo que nunca fueron merecidas, pero siempre ajenas -como muy acertadamente dice mi amigo Juan Francisco en su comentario al post anterior- a la función específica y estrictamente médica de nuestra labor.
La primera: por atender preferentemente a una urgencia que acudió imprevistamente, haciendo esperar 10 minutos a quien por turno le correspondía entrar y que manifestó su queja formalmente, ya que la espera supuso el correspondiente retraso de la apertura de su tienda/comercio...
La segunda: por abrir la puerta que me separa de mi enfermera y para conversar con ella sobre aspectos relacionados con el enfermo anterior, haciendo esperar -no fueron más de 2 o 3 minutos- al paciente siguiente, quien acababa de entrar en la consulta. Cuando volví él ya no estaba; se había ido a rellenar una reclamación en la que manifestaba que le dejé sólo en la consulta, marchándome para hablar por teléfono...
La tercera reclamación es la que os relaté ayer, podéis leerla en el post anterior que lleva por título "DERECHOS y deberes".
Desde luego que, tal y como se están poniendo las cosas, tres reclamaciones no son muchas y es seguro que, si yo también pudiese interponerlas, desde mi dirección serían muchas más. Las dirigiría a...
. los que vienen habitualmente sin cita; los que siempre intentan colarse
. los que consumen recursos desde la falta de necesidad
. los que vienen una y otra vez para finalmente hacer, con tus consejos, lo que les viene en gana
. los que exigen, los que amenazan, los violentos
. los que siempre llegan tarde
. los que suelen pedir cita y no vienen
. los que vienen hoy teniendo cita mañana, los que tenían cita ayer y vienen hoy
. todos los que dicen venir de urgencias con patologías que ellos saben de escasa trascendencia o banales
... Y un no poco largo etc...
Ya dije que tres reclamaciones no son muchas, aunque estas me dolieron tanto como alcanzarían a hacerlo trescientas: las tres surgen de la intransigencia, la intolerancia, van cargadas con la exigencia de la desinformación y desde lo más profundo de la ausencia de respeto hacia el profesional y la institución...
Al final, José A., llego a la conclusión de que la mayoría de las reclamaciones llegan por dos motivos: la impaciencia y el desacato (a toda norma). En nuestro nivel primario, claro, donde la mínima demora está mal vista y el médico que trabaja en solitario es muy vulnerable.
ResponderEliminarSobre este fastidioso tema dejé esta particular reflexión:
http://medymel.blogspot.com.es/2011/11/reclamaciones-en-centros-de-salud.html
A mi nunca me han puesto una reclamación y espero no estrenarme, es una pena que la gente sea así, yo también pondría muchas reclamaciones de todo tipo! No hay que deprimirse por ello tampoco, hay gente de todo tipo y hay que saber aceptarlo.
ResponderEliminarUn saludo,
Gina