martes, 14 de septiembre de 2010

¡Hasta el infinito y más allá!



Hoy estoy particularmente disgustado; y es que me doy cuenta de que en esta profesión nuestra, sufrimos una sobreexplotación cuya intensidad es difícilmente descriptible o creíble.

No, no es que hoy -precisamente hoy- reparase en tal afirmación, no es eso, es algo que vengo pensando cada día. Pero es que hoy, concretamente hoy, confluyeron las circunstancias necesarias para perfilar esa gota que suele colmar el vaso de una cronificada resignación.

Verán Uds., hoy mi agenda estaba saturada, desbordada, rebosada, colmada (me quedo sin calificativos)... por tres motivos:
-. Porque somos 2 médicos y medio (esta mitad, entiéndase, se refiere a un médico que tiene que marcharse antes) en un Centro en el que habitualmente hay 5 compañeros (la otra mitad se encuentra disfrutando de unas merecidísimas vacaciones...).
-. Porque ayer -lunes- fue jornada festiva local.
-. Porque es verano y esta condición incrementa, en la localidad de la que hablamos, la demanda asistencial.
Era, en definitiva, más una agenda pensada para el híbrido resultante de cruzar a un veterinario con una máquina expendedora -con todo el respeto que me inspiran los veterinarios y las máquinas expendedoras- que para un profesional con un mínimo de responsabilidad directa sobre nuestra salud.

Existen pocas profesiones en las que confluyan tantos síntomas de este Síndrome de Explotación:
1/ No tenemos establecido un límite máximo de pacientes diarios, nuestra capacidad se supone infinita: se ha de ver todo lo que llega: citados, no citados, urgencias que no lo son tanto, urgencias que lo son, domicilios a los que el Summa -por su escasez de medios- no puede o quiere acudir, pacientes que te rebotan del frontón del hospital, etc... Es un trabajo a destajo en el que no están definidos los criterios de cantidad, ni por supuesto y por consiguiente, tampoco de calidad.
2/ No tenemos el auténtico derecho a disfrutar de festivos si no es a costa de ver, al día siguiente y en un acto de inconsciente e irracional compresión de la agenda, al doble de pacientes.
 3/ No tenemos el auténtico derecho de disfrutar de unas vacaciones si no es a costa de ver, durante no menos de dos meses al año, a los pacientes del cupo de los que son tus compañeros de Centro, además de los que configuran el propio.

Siento una quemadura de tercer grado en las entrañas...



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