A veces trato de situarme en tu posición, la de lector de este blog, y me da por pensar que es bastante probable que alguna vez acabes resolviendo que lo alimento a base de cucharadas de ficción, por cuanto las historias que suelo contaros pudieran parecer provenir más de las fuentes de mi imaginación que de la cruda realidad: pero no, por fantástico que pueda pareceros suelo vivir siempre lo que os transcribo, y es que la forma en la que los españoles, dirigentes o usuarios entendemos nuestra Sanidad, nos lleva con cierta frecuencia a situaciones que -como esta- bordean las fronteras del Surrealismo.
La que contaré hoy ocurría esta misma semana, cuando una chica vino a la consulta sin cita y por necesitar una receta con toda urgencia.
-. ...Y qué receta es esa?
-. Diproderm
-. Para qué la estás usando?
-. ...
-. ¿?
-. Es que es para mi perro.
-. ...Por favor!... Reflexiona sobre lo que está ocurriendo!... Vienes al médico a buscar una crema para tu perro?... Y vienes sin cita, de urgencia, de manera que tenemos que hacerte pasar delante de los otros pacientes que están ahí, esperando en la sala?...
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