Alexander Fleming (1881–1955) fue un médico y bacteriólogo escocés cuya fama mundial se debe al descubrimiento de la penicilina en 1928, considerado uno de los avances más revolucionarios en la historia de la medicina.
Antes de ser investigador, Fleming fue un excelente tirador en el club de fusileros de su escuela de medicina. Su capitán, viendo su precisión, le sugirió que apuntara más alto: al laboratorio de investigación. Así comenzó su carrera como bacteriólogo en el St. Mary’s Hospital de Londres.
Durante unas vacaciones, Fleming dejó olvidada una placa de cultivo de Staphylococcus aureus. Al regresar, notó que un hongo había contaminado la placa y que las bacterias no crecían cerca de él. Ese hongo era Penicillium notatum, y la sustancia que producía fue bautizada como penicilina.
Aunque Fleming identificó el potencial antibacteriano de la penicilina, no logró purificarla ni producirla en masa. Fueron Howard Florey y Ernst Chain quienes, años después, desarrollaron el medicamento que salvaría millones de vidas durante la Segunda Guerra Mundial y más allá
Reconocimientos y legado
- Premio Nobel de Medicina en 1945, compartido con Florey y Chain
- Descubridor también de la enzima lisozima, con propiedades antimicrobianas
- Rector de la Universidad de Edimburgo y miembro de prestigiosas sociedades científicas
Los primeros años de la penicilina:
del laboratorio al campo de batalla
Tras el descubrimiento accidental de la penicilina por Alexander Fleming en 1928, el camino hacia su uso médico fue lento, lleno de obstáculos… y bastante heroico.
1928–1930: El hallazgo y la publicación
Fleming publicó sus hallazgos en 1929, pero la comunidad científica no mostró gran entusiasmo: la penicilina era difícil de purificar y parecía inestable.
1938–1941: Oxford toma el relevo
El patólogo Howard Florey y el químico Ernst Chain retomaron el trabajo de Fleming en la Universidad de Oxford.
Junto con Norman Heatley, lograron aislar y estabilizar la penicilina, probándola con éxito en ratones infectados.
1941: Primer paciente humano
Albert Alexander, un policía británico con una infección grave, fue el primer ser humano tratado con penicilina.
Aunque mejoró notablemente, la escasez del medicamento impidió completar el tratamiento.
Segunda Guerra Mundial: la urgencia acelera la producción
La penicilina se convirtió en prioridad militar: curaba infecciones en soldados heridos.
Estados Unidos lideró la producción a gran escala, con el apoyo de farmacéuticas como Pfizer y Merck.
1945: Reconocimiento y expansión
Fleming, Florey y Chain recibieron el Premio Nobel de Medicina.
La penicilina se convirtió en el primer antibiótico ampliamente disponible, marcando el inicio de la era antibiótica.
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