Pero la mayoría de estos nombres no son mitos. Pertenecen a personas reales, en su mayoría anatomistas europeos de hace siglos, cuyo legado perdura cada vez que alguien abre un libro de medicina.
Se llaman epónimos: estructuras anatómicas que llevan el nombre de personas en lugar de ser descritas por lo que realmente son. Tomemos como ejemplo las trompas de Falopio. Estos pequeños conductos entre los ovarios y el útero fueron descritos en 1561 por Gabriele Falloppio, un anatomista italiano fascinado por los tubos, quien también dio su nombre al conducto de Falopio en el oído. O el área de Broca, llamada así en honor a Paul Broca, el médico francés del siglo XIX que relacionó una región del lóbulo frontal izquierdo con la producción del habla.
Extraído de BBC News
Puestos a moverse entre tanto nombre propio, rebuscando alguno que pudiera resultarme más gracioso, me quedo con el de las glándulas de Bartolino, situadas a ambos lados de la vagina y encargadas de lubrificarlas, con ocasión de cada coito.
Esta especie es endémica en Magdalena Medio en Colombia, en los departamentos de Boyacá, Santander, Caldas y Antioquia y el municipio de Yacopí.
Fue descubierta en el año 2007 y su nombre proviene de una conversación entre los descubridores, quienes se preguntaban sobre la clasificación de esta especie, a lo que los herpetólogos colombianos respondieron con humor: "¡ni puta idea!".
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Los comentarios son bienvenidos!