Entró contenta en la consulta, profiriendo un:
-. Estoy mucho mejor, Doctor…
Se refería a su depresión, a la que le pusimos tratamiento unas pocas semanas antes…
-. Me alegra mucho que así sea, Dolores. La verdad es que la veo bastante más animada…
Tras disertar un poco sobre su día a día, sobre la evolución de las circunstancias familiares que podrían haber sido la causa, el motivo de su problema, me dijo:
-. Antes de irme, Doctor, que no se me olvide: tiene Ud., que recetarme esto, que se me ha acabado…
Al tiempo que lo decía, sobre la mesa depositó lo que parecía un pedazo del envoltorio de un medicamento, si nos basamos en el escenario o el contexto en que ocurrió… Lo cogí, examinándolo por todas partes y no pude evitar una risa que traté de controlar desde el respeto…
-. ¿Pero cómo puede pedirme que le recete esto, Dolores… si aquí no pone nada, ni un nombre, ni tan siquiera un número... ¿No puede darme algún dato más?...
Tras indagar con mayor profundidad pude llegar hasta la sospecha de que, con toda probabilidad, se tratase de un parche… Estudié cuantos parches le habían rprescrito en el medio plazo anterior, llegando a la conclusión de que éste, el que nos ocupaba, bien podría ser Durogesic 50, un transdérmico de fentanilo, derivado opiáceo que utilizamos en el tratamiento del dolor de cierta consideración… Pero… ¿Y si no fuera eso?.
NOTA: La mayoría del fentanilo que se produce en el mundo se fabrica en Wuhan...
Al tratarse de un producto derivado de la morfina, con sus ventajas y desventajas y 400 veces superior a ésta, podría considerarse, en determinados casos, como una desgracia más que nos vino de aquél lugar...
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