Me avisaron aquella mañana, justo antes de comenzar la consulta:
-. Tenemos una chiquilla -para analítica- que se niega a que le extraigamos sangre, no hay forma!... Habla tu con ella para ver si consigues convencerla...
En la consulta entraron una niña de 14 años (comprobé la edad en la historia), seguida de su madre, que no dejaba de repetir frases del estilo a:
-. No puedo con ella!...
Me dirigí a la joven con palabras que no me dejó terminar:
-. No me vas a convencer: tú tienes una forma de pensar y yo tengo otra...
-. De acuerdo, pero mi forma de pensar se basa en formación y experiencia, la tuya no...
-. No quiero que me saquen sangre! Punto!
No insistí más, no había motivos por los que apostillar en la vehemencia...
Quiso la casualidad que pocas horas después viese a otro joven con una posible fractura en el pie...
-. Te voy a mandar a hacer una radiografía
-. Para qué?
-. No descarto la posibilidad de que tengas una fractura...
-. Es que no me pienso dejar escayolar...
Dios santo! Hacia donde vamos?...
Un consuelo optimista: de confirmarse esta joven tendencia, en un futuro: habrá respiros en nuestras agendas?
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