Cuando levanté la cabeza, estableciendo un paréntesis en esa puñetera servidumbre de la pantalla a la que nos sometemos a diario, pude ver que ya había entrado el siguiente: una muchacha de 15 años, con buen aspecto y apariencia, a la que acompañaba su madre.
La muchacha había traído su patinete, un curioso artilugio aparcado junto a ella.
-. Hola, buenas tardes... Eres Laura, verdad?
-. Sí
-. Y bien, Laura, cuéntame: en qué podemos ayudarte?
-. Quiero dejar de fumar!...
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