Ayer afirmábamos no estar preparados para lo que nos ha venido... Continuando con el propósito de reflexionar respecto de las cosas que pueden ser mejoradas en la aventura que, como médicos de atención primaria, emprendimos desde que supimos del positivo de nuestro primer caso de Ébola: ¿Qué podemos hacer para adaptar las exigencias de los protocolos de seguridad a las circunstancias y características de nuestro centro?...
Un momento especialmente crítico es el de la llegada de un posible nuevo caso al Centro de Salud y su primer contacto con el personal de la Unidad Administrativa. La improvisación ha inspirado a un compañero hacia el diseño de un "dispensador" de mascarillas para el usuario, quien poniéndosela protegerá la salud de quienes le acogen en recepción. Harto probado está que los pacientes no suelen respetar la distancia prudencial -recomendada- de más de un metro, pero al contrario: suelen acercarse mucho para ser oídos sin dificultad, por encima del murmullo constante que caracteriza los mostradores de los Centros Públicos.
Una cuestión en nada baladí es la referida al cuarto, especialmente acondicionado y preparado, en el que debería ser acogido el enfermo... Un cuarto que posteriormente quedaría cerrado y sellado, hasta su pormenorizada limpieza y desinfección... En nuestro Centro no fue dificil conseguir la unanimidad en la elección: porque sencillamente no tenemos despachos sobrantes, estando todos ocupados por algún profesional, exceptuando el cuarto de calderas, la cocina o el cuarto de baño...
Otro aspecto de gran importancia y relacionado con el que tratábamos ayer, se refiere al lugar en el que ha de ser depositado el material (bata, mascarilla, guantes, etc...) una vez utilizado y convenientemente retirado. Los protocolos exigen el uso de contenedores específicos para material biológico, dotados de un cierre hermético. La imagen superior convierte en evidencia que lo más específico que tiene el nuestro es la pegatina...
Un momento especialmente crítico es el de la llegada de un posible nuevo caso al Centro de Salud y su primer contacto con el personal de la Unidad Administrativa. La improvisación ha inspirado a un compañero hacia el diseño de un "dispensador" de mascarillas para el usuario, quien poniéndosela protegerá la salud de quienes le acogen en recepción. Harto probado está que los pacientes no suelen respetar la distancia prudencial -recomendada- de más de un metro, pero al contrario: suelen acercarse mucho para ser oídos sin dificultad, por encima del murmullo constante que caracteriza los mostradores de los Centros Públicos.
Una cuestión en nada baladí es la referida al cuarto, especialmente acondicionado y preparado, en el que debería ser acogido el enfermo... Un cuarto que posteriormente quedaría cerrado y sellado, hasta su pormenorizada limpieza y desinfección... En nuestro Centro no fue dificil conseguir la unanimidad en la elección: porque sencillamente no tenemos despachos sobrantes, estando todos ocupados por algún profesional, exceptuando el cuarto de calderas, la cocina o el cuarto de baño...
Otro aspecto de gran importancia y relacionado con el que tratábamos ayer, se refiere al lugar en el que ha de ser depositado el material (bata, mascarilla, guantes, etc...) una vez utilizado y convenientemente retirado. Los protocolos exigen el uso de contenedores específicos para material biológico, dotados de un cierre hermético. La imagen superior convierte en evidencia que lo más específico que tiene el nuestro es la pegatina...
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