La sismología se constituye como ciencia en 1.857, año en que Robert Mallet viajó desde su nativa Irlanda hasta Nápoles, con el fin de estudiar el terremoto que había asolado a la región de la Campania italiana. Aún sin los medios con los que contamos hoy, Mallet fue capaz de establecer el Epicentro de la catástrofe con exactitud, basándose en la teoría de pensar que a mayor cercanía de este epicentro, mayor destrucción....
Esa idea, que hasta entonces se ignoraba y que hoy nos parece tan simple, le valió a Robert Mallet el reconocimiento como "Padre de la Sismología", una ciencia muy joven, tal y como ilustra también el hecho de que la Teoría Tectónica de Placas, con la que hoy explicamos el origen de los terremotos, data del año 1.960.
Pero la humanidad había convivido con los terremotos, hasta entonces y desde el orígen de los tiempos. Las antiguas civilizaciones inventaron mitos y leyendas con los que pretendían explicar las violentas sacudidas de la tierra.
Según la tradición japonesa el mundo se aguanta sobre un gigantesco siluro llamado Namazu. Namazu habita en las profundidades, en el barro, debajo de la tierra. Su cola yace bajo las provincias de Hidachi y Shinosa; el cuerpo sostiene todo el archipiélago japonés... Cuando Namazu se agita, tiembla todo Japón.
Existen otros muchos mitos, algunos tan curiosos como el de la tribu de los Mainas, en Perú, y según el cual cada vez que su dios pretendía contarlos, censar a sus súbditos, provocaba un terremoto... Por esta razón salían de sus casas gritando: "¡¡¡Estoy aquí!!!... ¡¡¡Estoy aquí!!!"... Sin duda un mito útil, una creencia positiva que servía para mantenerles alejados de sus frágiles construcciones, durante el seísmo
Pero las más de las veces un terremoto significó, a lo largo de la historia, una forma de brutal reprimenda de los dioses... Y así fue durante muchos años. Aún en 1.775 y tras el tremendo terremoto/tsunami de Lisboa, se discutía si era un castigo divino o si, por el contrario, podían encontrarse causas naturales que lo explicasen.
En 1.975, en Hai Chen (China) se consiguió predecir un terremoto, aunque no fue gracias a los cálculos de la ciencia, sino a los animales... Las serpientes dejaron de hibernar antes de tiempo, lo que alertó a los expertos... Un día antes de que ocurriese el seísmo se evacuó la ciudad, medida por la que se consiguió salvar muchas vidas...
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