Se trata de una malformación de origen vascular que aparece en uno de cada 60.000 a 100.000 recién nacidos vivos (es condición tan rara como la de los siameses), siendo usualmente incompatible con la vida: quien la padece no suele sobrevivir más allá de los 7 primeros días, falleciendo por complicaciones renales, vesicales, gastrointestinales, etc.
Como puede verse en las fotografías, esta anomalía congénita se caracteriza por la fusión de los miembros inferiores dando al neonato el aspecto de una sirena, razón por la cual la enfermedad recibe este nombre.
Actualmente, en el mundo tan sólo sobreviven dos únicas "sirenas": Tiffany (USA) y Milagros (Perú). De ellas, Tiffany ya alcanzó la mayoría de edad.
En la antigüedad los niños que nacían con este tipo de malformaciones eran considerados monstruos. Actualmente, el síndrome es fácilmente detectable a través diversos estudios durante la gestación y gracias a los avances de la ciencia, poco a poco y en parte, se pueden corregir los distintos defectos.
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