Me encontraba pasando unos días de vacaciones, muy pocos por desgracia...
Aquella mañana y como siempre, desperté con las gallinas y el pudor de quien no quiere molestar a los demás miembros de la casa, por cuanto salí a pasear por mi pueblo, deseoso de detectar los cambios que habrían de haberse producido en su perfil urbano, en los más de dos años que llevaba sin acudir.
Aquella mañana y como siempre, desperté con las gallinas y el pudor de quien no quiere molestar a los demás miembros de la casa, por cuanto salí a pasear por mi pueblo, deseoso de detectar los cambios que habrían de haberse producido en su perfil urbano, en los más de dos años que llevaba sin acudir.
Tras esta ronda matinal de reconocimiento, durante la cual y por otra parte no hubo grandes hallazgos, tocaba buscar una cafetería abierta en la que soterrar mi prolongado ayuno...
A juzgar por el número de campanadas que pudieron escucharse y que provenían del reloj de la torre, ya eran las ocho de la mañana... Miré el portal junto al que me encontraba y no pude evitar exclamar:
-. Jooooo!... Esto es vicio, leñe!!!!!!
Sí, efectivamente, se trataba del consultorio local de Jarandilla de la Vera.
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