Vino dos horas y media antes de su cita conmigo y optó por echar una siestecilla, al calor de la calefacción del centro... Lo ví durmiendo plácidamente cuando salí por una pausa en la consulta...
Por los demás pacientes, supe que era un sintecho que vivía habitualmente en las calles de la localidad.
He querido compartir con vosotros esta imagen agridulce, de dramática ternura.
Por un mundo más humano, más fraternal y justo...!
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