Me encontraba "doblando", cubriendo una baja por enfermedad tras mi consulta habitual de las mañanas. Esta de la tarde era una de esas consultas lo suficientemente concurrida, densa y correosa como para cuestionarme, con cada vistazo a los cerca de 60 pacientes que poblaban la agenda, la necesidad de meterme en esos "berenjenales".
Tras atender y despedir al tercer paciente me dispuse a salir para citar a quienes habrían de pasar a continuación cuando, casi dándome con la puerta en las narices, en la consulta entró una mujer bajita, enlutada y enjuta, de tez morena y cejas pobladas...
-. Buenas tardes. Por favor ¿Quién es Ud.?
-. Margarita Romerales Ruipérez.
Tras buscar su nombre en la lista impresa hube de comentarle:
-. Margarita: observo que Ud. está citada más tarde, aproximadamente para dentro de una hora. Haga el favor de salir y esperar su turno.
Treinta minutos más de consulta y Margarita que vuelve a intentarlo...
-. Margarita: no, aún no. Salga Ud., por favor, y espere a ser llamada.
Treinta minutos más y ¡por fin!, ¡el turno de Margarita! quien entra en la consulta y, sin anteponer el formalismo de un saludo, me pregunta:
-. ¿El Doctor que está normalmente en esta consulta?
-. Ausente por unos días.
-. ¡Pues me gusta más que usted!
-. (...)
la educación dónde la dejan?...¬¬
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