Entiendo perfectamente a estas doctoras de Burgos, y creo que somos muchos los que las entendemos....
Numerosos días, al terminar la consulta, uno se siente así... desquiciado... con ganas de no volver...
Numerosos días, también, y al ir al trabajo, uno va triste, cabizbajo y preguntándose: "A ver qué demasía, qué excesos me esperan hoy...!"
Son recurrentes las jornadas de más de 50 pacientes (casi todas) y las que se acercan o pasan de los 60... Muchos los momentos en los que te encuentras en varios frentes: con medio cerebro en la consulta y el otro medio en la sala de urgencias, mientras la enfermera te espera para que valores una herida...
Demasiadas personas en la sala de espera y no poca resignación, por su parte, ante un médico que no puede atenderles con la serenidad y el buen hacer que a ambos gustaría, por faltar el factor más importante: el tiempo.
Decía Marañón que la silla era el instrumento más importante en una consulta, la silla que nos permite sentarnos para escuchar al paciente... Hoy el reloj parece haber restado todo el protagonismo a las sillas...
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