Cuando uno echa la vista atrás en un intento de rememorar su pasado, acaba encontrando hechos, momentos o circunstancias favorables, por las que habrá de sentirse privilegiado, y otras que no lo son tanto.
Es este uno de los que configuran la lista de mis buenos recuerdos: el de las numerosas tardes en las que, por vivir en las inmediaciones, vine a estudiar a la Biblioteca Cajal del Colegio de Médicos de Madrid.
Han pasado más de 35 años... Por aquél entonces apenas eramos 3 o 4 personas las que disfrutábamos, aquellas tardes, de la paz y el recogimiento que proporcionan estas instalaciones...
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