En los tiempos que corren, la profesión de médico no es precisamente una de las que pudieran considerarse más ventajosas, aunque esto dependería muy mucho del lugar donde la ejercieses.
-. Brutal sobrecarga de trabajo
-. La peligrosidad y el estrés que supone el escaso tiempo del que se dispone, para atender a cada paciente.
-. El deficitario número de profesionales, por cierto, en aumento, que obliga al médico a asumir, a mayores de un cupo ya sobredimensionado, los de otros médicos ausentes, que no pueden ser reemplazados.
-. Nula protección: sirva el ejemplo de saber, que, durante la Pandemia, nuestro gobierno no quiso declarar esta enfermedad como accidente laboral, en los casos en que los afectados fuesen sanitarios. Hasta la OMS hubo de intervenir.
-. Nulas ventajas sociales: apenas se propicia la conciliación de la vida laboral con la familiar; de entre todos mis amigos, seré yo, con toda probabilidad, el que más tarde podrá jubilarse…
-. Para colmo, a todos estos males, aunque también a otros, se les vino a sumar la inadecuada praxis de algunos políticos que, para protegerse de sus endémicos errores de gestión, pretenden utilizarnos a modo de parapetos, proyectando la furia del personal hacia nosotros. Sirvan, a modo de ejemplo y en ese sentido, las recientes declaraciones de la presidenta Ayuso, hablando de boicot, por parte de la atención primaria, precisamente cuando lidiaba con la parte más exigente de la Pandemia, que le llevó al borde del colapso.
Todo esto quizá pueda explicar que pasásemos de los aplausos en los balcones, de principios del 2020, a, en el mejor de los casos, los desapegos, las críticas y calumnias que han caracterizado a la segunda mitad de esta pandemia, que, ya os digo, no se justifican en absoluto en la dejación, como tampoco en la relajación del desempeño de nuestros cometidos, más al contrario.
No puedo negar mi pesar, aún menos mi sorpresa: fue tanta como la que me dominó al encontrar esta imagen en las redes: la de un juguete infantil para jugar a ser médicos, en el que se alternan elementos propios de la profesión, con otros de carácter más "defensivo".
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