La
historia que hoy os cuento, que viene a sumarse al compendio de “Historias de
la Medicina” que fui recogiendo a lo largo de no pocos años, resulta
ciertamente sobrecogedora…
Afortunadamente aquí y hoy no es así: pues contamos con el lujo que supone disponer de equipos
especializados, de sus visitas al domicilio de aquellos
que se encuentran en el trance de requerir lo que se dio en llamar cuidados paliativos o terminales, acompañándoles en el recorrido de los que habrán de ser los últimos
tramos de sus vidas…
Admito
que más parece una narración de terror que otra cosa… Un cuento que, con el pretendido
beneplácito por la redundancia, os cuento en momentos en los que, en nuestro
país, aún no pasaron muchas semanas desde la aprobación de la Ley Orgánica de Regulación
de la Eutanasia (fue en marzo/2021).
El
escenario es la isla de Cerdeña; el momento, un antaño que finalizará en
el siglo XIX… La Acabadora era una mujer que ayudaba a morir a la gente, en el
medio más rural de esta provincia italiana. Cuando era requerida, acudía a la casa
en la que alguien agonizaba y donde, tras la celebración de un elaborado ritual, consolando al moribundo, recostaba su cabeza sobre un yugo… Un quiebro en las cervicales
bastaba para acabar con su vida.
Fue ésta
una práctica habitual, de la que hoy queda la tradición de tallar un pedacito
de madera en forma de yugo, con la que los sardos acuden a la misa del Jueves
Santo, para, colocándolo después bajo la almohada de algún familiar agonizante,
desearle un buen final.
La Acabadora
vestía siempre de negro… Pedía salir a todos los familiares que se encontraban
en la sala del enfermo y que se escondiesen todas las imágenes y objetos
religiosos.
Ya lo
imagináis: esta práctica perseguía acabar con el sufrimiento del enfermo, aliviando el peso de las familias cuya pobreza, hacía casi
imposible atender al cuidado de sus necesidades.
Con frecuencia,
la Acabadora ejercía también el contrasentido de ser la matrona del lugar, o “mastra
de paltu”, con lo que no sólo acababa con la vida de algunos, a otros les ayudaría a nacer…
Desde hace más de diez años, en Luras (Cerdeña), se abrió al público el Museo Galluras, famoso, entre otras cosas, por mostrar el martillo de una de estas mujeres…
La acabadora es también el título de una novela, de la escritora sarda Michaela Murgia, que cuenta la historia de una de ellas, a través de los ojos de una niña huérfana a la que adoptó.
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