jueves, 18 de febrero de 2021

En carne propia


La Asamblea de los Premios, del Instituto Karolinska, decidió otorgar el Nobel de Medicina y Fisiología, 2005, a los australianos Barry J. Marshall y J. Robin Warren, por sus trabajos sobre la bacteria Helicobacter Pylori y su implicación en el desarrollo de la gastritis y la úlcera péptica.

A ambos científicos debemos un asombroso e inesperado descubrimiento: las ulceraciones del estómago y/o del duodeno (úlceras pépticas), nada tienen que ver con las prisas, el estrés o el mal caracter del individuo, tal y como se vino pensando hasta ese momento...

Las úlceras gastroduodenales son resultado de una infección causada por la bacteria Helicobacter pylori, que ellos comenzaron llamando Campylobacter-like.

Ya Warren, había observado cómo las bacterias colonizaban la parte inferior del estómago en el 50% de las biopsias que tomaba. Estas bacterias se relacionaban con evidentes signos de inflamación.

Por su parte, Barry Marshall, se interesó en los hallazgos de Warren y juntos iniciaron un estudio de biopsias en 100 pacientes.

Las cada vez mayores evidencias respecto de un origen infeccioso de esta enfermedad, sumadas a las reticencias de la comunidad científica internacional, que se negaba a aceptar tan rotundo cambio en sus planteamientos, llevaron a Marshall a autoerigirse en "conejillo de indias"... Así fue como ingirió 30 mL de un cultivo de esta bacteria, tras haber tomado 400 mg de cimetidina, con la intención de disminuir la secreción ácida y facilitar la infección gástrica.

Así fue como consiguió:
1/ reproducirse la enfermedad (a los siete días comenzó a sentir nauseas y a tener vómitos intensos)...
2/ demostrar que la tenía (mediante la correspondiente endoscopia, el cultivo y la biopsia)
3/ curarse (tomando sales de bismuto y metronidazol, durante 14 dias)
4/ demostrando la curación (con una nueva endoscopia...)

Cuando informó a su mujer de la autoinoculación del cultivo de la bacteria, ella le miró enojada, mostrándole a sus cuatro hijos. Marshall la tranquilizaría entonces, recordándole, no desprovisto de humor, que no tenía nada que temer puesto que, la mayor parte de la comunidad científica, aseguraba que esa bacteria no causaba problemas.

En 1983, ambos investigadores, Warren y Marshall, dieron a conocer al mundo científico sus hallazgos en dos breves cartas enviadas, separadamente, al editor de la prestigiosa revista Lancet, quien aceptó las cartas, para ser publicadas con el mismo título, "Unidentified curved bacilli on gastric epithelium in active chronic gastritis".

Más tarde, los estudios microbiológicos, la perfecta secuenciación del DNA de la bacteria, llevarían a identificarla como un patógeno nuevo al que denominaron Helicobacter Pylori.




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