Hemos llegado al nivel de médico exprés, del: "¿Qué necesitas?, Pide que lo que sea te lo damos en el día, sin demoras...", y prefiero no pensar demasiado en lo que podría ser el siguiente, porque sin duda y dada nuestra pasividad: lo habrá...
Son muy pocos los pacientes que piensan en renovar su medicación a tiempo: una buena parte de ellos te avisan de que ya no tienen pastillas para esa noche, sin pensar en citarse con la antelación de unos días, ni compadecerse del hecho de que sus demandas, para las que no se reservaron espacios de tiempo, vienen a incrementar agendas que llevan varios días completas.
Al final, entre esas y otras consideraciones, acabas haciendo un trabajo que bien puede considerarse el doble de lo que sería saludable, seguro y aconsejable, estresado y poco menos que maldiciendo el día en que elegiste una profesión cuyo ejercicio, en este país, lleva demasiado tiempo siendo carne de cañón para la explotación.
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