Esta forma vulgar para referirse al acto sexual, data del xiglo XVIII. En principio la expresión tenía un significado diferente, y nació de la costumbre, en aquella época, de consumir entre las clases burguesas y aristocráticas el polvo de tabaco conocido como "rapé". Este polvo era aspirado por la nariz, por lo cual solía provocar molestos estornudos, y para ello, los caballeros que lo consumían en fiestas y reuniones de la alta sociedad, solían retirarse a otra estancia con la intención de "Echarse unos polvos por la nariz".
Con el paso del tiempo, ya a partir del siglo XIX, esta excusa empezó a utilizarse para poder tener apasionados encuentros sexuales con una amante, la cual esperaba en otra habitación. Y así, cuando uno de esos caballeros, estaba teniendo relaciones sexuales con la amante de turno y alguien preguntaba por su paradero, siempre había alguien que respondía que se había ausentado para "ir a echar un polvo."
Con el paso del tiempo, ya a partir del siglo XIX, esta excusa empezó a utilizarse para poder tener apasionados encuentros sexuales con una amante, la cual esperaba en otra habitación. Y así, cuando uno de esos caballeros, estaba teniendo relaciones sexuales con la amante de turno y alguien preguntaba por su paradero, siempre había alguien que respondía que se había ausentado para "ir a echar un polvo."
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