Una experiencia memorable, siempre que se tiene ocasión de volver a visitar los centros de enseñanza de la Medicina.
En esta ocasión se trata del Aula Magna de la Fundación Jimenez Díaz, de Madrid... Que popularmente también conocemos como "La Concha"...
A través de pequeños detalles pueden verse los esfuerzos por adaptarse a las nuevas realidades, como los dispositivos para la traducción simultánea, que seguramente llegarían muchos años después de la apertura del Centro.
Aunque puestos a buscar lo más parecido a anacronías o discordancias: no os resulta impactante el cenicero personal que puede verse en la cabecera de cada localidad?
De acuerdo, fue en otra época, eran otros tiempos, tiempos en los que hasta el mismísimo Don Carlos Jimenez Díaz fumaba...
Extraído de un discurso de Eduardo Ortiz de Landázuri, refiriéndose a Jimenez Díaz:
"Don Carlos, como siempre se ha repetido, ejercía su maestría con tal garbo intelectual y vocación universitaria que atraía a todos los discípulos –bisoños y veteranos– que llenaban diariamente el aula en su mañanera lección clínica, verdaderamente magistral, y en la que se hacía patente su doble personalidad científica, tanto de formación básica centro-europea, como exuberante en su información anglosajona. Después de la clase y ya fumando su cigarrillo –su viejo amigo, como diría en sus días postreros– seguido de sus colaboradores y estudiantes recorría las vetustas salas de su Cátedra, cargadas de historia, sin pausa ni demora, en permanente peregrinar entre las camas de los enfermos, que le querían entrañablemente en justa correspondencia a su esforzado sentido de servicio..."
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