Comenzó el día 5 de julio de 1518, en una calle de la ciudad francesa de Estrasburgo (en Alsacia): sin saber por qué, ni por qué no, ni como aunque sí cuando, una mujer comenzó a bailar frenéticamente, en lo que habrían de ser los inicios de un fenómeno que acabó siendo colectivo y provocando más allá del centenar de muertes.
De dato aislado el asunto pasó a contagiarse, hasta el punto de llegar a ser considerado epidemia: durante los primeros días los movimientos frenéticos y descontrolados acabarían afectando a unas 30 personas; más tarde, a grupos dispersos por toda la ciudad...
Después de días sin parar, ni para descansar o alimentarse, las dos primeras mujeres colapsaron y acabaron falleciendo.
Tras ellas, fueron cerca de 400 las personas que resultaron muertas o con graves secuelas motrices. El hecho fue estudiado durante largos años después, atribuyéndose finalmente a una especie de histeria colectiva, por no conocerse causa lógica alguna.
Hoy se especula con la posibilidad de que fuese un problema atribuible al hongo que conocemos como "cornezuelo del centeno", cuyo psicoactivo, la ergotamina, es un elemento principal del LSD (ácido lisérgico).
Sea como fuese y lo que fuere, la de la "Danza Macabra" sigue siendo una de las páginas más curiosas de nuestra Historia de la Medicina.
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