En el caso de Trinaranjus y para posicionarse, no vieron mejor forma de hacerlo que a través de su envase. En la fotografía del inicio podemos ver la botella, diseño de Pedro Gras con la que, en 1933, se lanzó este zumo: un delicado recipiente de cristal que se mantuvo en circulación nada menos que 23 años, algo sorprendente si tenemos en cuenta la fragilidad y las dificultades técnicas que presentaba.
La originalidad del envase y su presunta e indirecta vinculación con las vitaminas, la energía y el vigor proporcionados por la fruta, sirvieron para que Trinaranjus consiguiese un éxito rotundo en España, consolidándose durante décadas.
De cuanto hemos dicho se deduce el origen español de la marca, cuyo padre, por cierto y también, fue un farmacéutico valenciano, para más señas: Agustín Trigo Mezquita. El Trinaranjus fue, después y poco a poco, evolucionando, hasta alcanzar a ser el Trina que es actualmente... ¡Con dos coj...!
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