viernes, 29 de junio de 2012

Mitridaticum, Triaca o Terica

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Alguna vez en mi blog, aunque muy esporádicamente, me gusta intercalar algún pasaje de la Historia de la Medicina, asignatura por la que siempre mostré gran interés ya desde los años de la licenciatura.

Hoy os hablaré de los venenos, ó mejor, de los contravenenos: del que alcanzó a ser, conceptualmente y durante siglos, algo así como el antídoto universal. Se trata del Mitridaticum, también llamado Triaca o también Terica.

Ya desde el principio de los tiempos los venenos se consagraron como un arma para destruir enemigos y, por este mismo motivo, en algo de lo que era necesario defenderse.

En la antigua China hubo un "Emperador rojo", Shen Nung, quien experimentó venenos consigo mismo, encontrando antídotos para ellos y constituyéndose en el autor de la primera farmacopea del país de la Gran Muralla.

En occidente el problema era similar, particularmente para reyes y aristócratas, quienes frecuentemente fueron víctimas de familiares envidiosos, interesados en sustituirles... En tiempos más tardíos hubo incluso familias -recuérdese a los Borgia, a algún Medici...- temidas entre otras muchas cosas por sus conocimientos en este campo... 

En la época del fortalecimiento del Imperio Romano (siglo I a.C.) hubo en el Ponto un rey que accedió al trono a la edad de 13 años, tras la violenta muerte de su padre. El joven soberano, Mitridatos VI, fue un desconfiado por naturaleza y, como ladrón que juzga por su condición, no quería que le hicieran lo que él le había hecho a los demás: para comenzar, se deshizo para siempre de su madre y hermano, después de reyes vecinos como Arcadio VI y sus hijos. Obligado desde su más tierna edad a defenderse de sus astutos tutores, acostumbró su cuerpo a soportarlo todo, incluso los venenos, ya que toda su vida sufrió un permanente pánico a ser envenenado. Los historiadores recuerdan que “se divertía haciendo experimentos con los desdichados criminales... anunció haber descubierto un antídoto para todas las ponzoñas de reptiles, así como para todas las sustancias venenosas”. Como para permanecer en el poder había que combatir y expandirse, se dispuso a luchar contra los romanos, y así estuvo toda su vida guerreando; por varios años fue ganador pero al final acabó siendo vencido en una revolución encabezada por su hijo predilecto. Dice la leyenda que cuando le ocurrió esto, a la edad de 70 años, intentó envenenarse pero fracasó en su intento, por lo que se hizo matar por un esclavo.

¿Cómo logró Mitridatos El Grande “inmunizarse” contra los venenos?... Bebiendo por ciertos periodos de tiempo pequeñas cantidades en combinación... A tal polifarmacia, que llegó a contener hasta 54 ingredientes, se la llamó Mitridaticum, luego Triaca o Terica. Este antídoto polivalente contenía, entre otras cosas, carne de víbora y toda clase de compuestos vegetales.

La primera descripción de la Terica está en verso, y su componente más importante es la carne de víbora. Galeno también la utilizó y prescribió: “tenía setenta y tres ingredientes recetados, como píldoras del tamaño de granos de uva”. En épocas posteriores se llamaba Teriaca o Triaca (que en griego significa fiera); su uso se extendió por muchos siglos en Europa, llegando a ser particularmente famosa la Triaca de Venecia.

Con el tiempo se desarrollaron reglas y costumbres sobre cuándo y cómo debían cultivarse las hierbas que componían la pócima, algunas de las cuales se convirtieron en supersticiones. Durante años los farmacólogos aconsejaban remover las drogas con el cuarto dedo o anular, pues se lograba el máximo de efectividad ya que dicho dedo -supuestamente- tenía una vena que se comunicaba directamente con el corazón, idea por la cual es posible que el anular se haya popularizado como lugar en el que llevar la alianza matrimonial.

William Heberden (1710-1801) en la Inglaterra del siglo XVIII con sólidos argumentos desaconsejó el uso de la triaca, y fue así como ésta comenzó a ser retirada de las principales farmacopeas. Pero antes de ello, esta polifarmacia fue el remedio más popular entre pacientes, médicos y droguistas, durante más de un milenio, por lo que el rey Mitridatos llegó a ser recordado como un verdadero sanador, más que como el cruel guerrero y mandatario que fue en realidad.

Con todo, la Terica se resistió a morir; cuando en 1830 Claude Bernard, el padre de la fisiología moderna y descriptor del "medio interno", era aprendiz de boticario: se le instaba a no desechar los remedios estropeados durante la preparación de la prescripción, pues estos siempre podrían utilizarse para hacer la mágica poción.

Hoy podemos afirmar que el que fue el antídoto universal más conocido de todos los tiempos ya es historia, hasta el punto de resultar absolutamente desconocido por una buena parte de nuestro colectivo, siendo el carbón activado y salvando muy mucho las pertinentes distancias, lo más parecido al Mitridaticum que hoy tenemos...


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