domingo, 10 de julio de 2011

Por un Sistema de Salud



Leo en el blog de Eduardo Punset una entrada que, como la mayoría de las reflexiones de nuestro famoso divulgador científico, me parece de una simpleza en la exposición y de una claridad en el contenido que rayan en la genialidad. 


Salud no sólo significa curar enfermedades
...La sanidad en los Estados Unidos absorbe más de dos trillones de dólares. Solo una parte ínfima de esta cantidad se dedica a prevención o dietética; casi todo el gasto se destina a curar enfermedades, de manera que, en lugar de hablar de un sistema de salud, allí y aquí, sería más correcto hablar de un sistema para curar enfermedades.

Básicamente, utilizamos los fármacos. Los pacientes los ingieren sin parar, sin saber la mayoría de las veces lo que toman. La ingesta de fármacos, obviamente, tiene muchos inconvenientes: no se sabe cuándo surtirán efecto; a unas personas les van muy bien y a otras les van muy mal o no les hacen efecto; aparte del problema de los efectos secundarios, que nunca se pueden saber con absoluta certeza. Por último, el periodo entre el inicio de la investigación del remedio adecuado y su administración al paciente supera los diez años, lo que, por sí solo, encarece sobremanera el producto.

Hace más de diez años, uno de los investigadores más prestigiosos del mundo –especializado en nutrición– me recordó en Boston (Massachusetts, Estados Unidos) que el cuidado de la dieta –unido al ejercicio físico– era la vía más directa para garantizar una buena salud.

¡Qué carga de razón la de estas palabras!... En el Neolítico la enfermedad era considerada como un castigo divino. Ante tal concepción mágico-mística del hecho de enfermar, tenían cabida y gran predicamento las medidas preventivas cuya finalidad siempre resultaba ser la de ganarse los favores y evitar el enojo de las deidades: sacrificios, oraciones y danzas rituales, incluso la decisión de expulsar al enfermo de la tribu, abandonándolo a su mala suerte.

A medida que hemos ganado en conocimientos, mientras evolucionaban nuestros planteamientos acerca del origen de las enfermedades, a la par que adquiríamos evidencias sobre el modo de tratarlas y/o curarlas, fuimos también aparcando el protagonismo de la prevención y, aunque sin dejar de celebrar sus avances e hitos como las grandes conquistas que fueron, hemos permitido que lo referente a su conocimiento, práctica e implicación se supeditase a la poco comprometida inconstancia de una decisión individual ó a las campañas promocionales de un limitado número de empresas interesadas...

¡Por una asignatura que nos enseñe a cultivar la salud desde nuestra más tierna infancia, en nuestras escuelas!. ¡Por unas consultas de Atención Primaria más prolongadas, que permitan la instrucción del paciente en las prácticas generales de la Medicina Preventiva, así como en aquellas medidas higiénico-dietéticas específicas de cada padecimiento!. ¡Por la introducción de la figura del Dietista y la consagración de la del Fisioterapeuta y el Terapeuta Ocupacional, en todos nuestros Centros de Salud!.



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